Venezuela: Idas y vueltas de las fuerzas en pugna

En este enfrentamiento el pueblo no cuenta, no es el centro de atención y, mucho menos, el desastre social que está padeciendo sin perspectiva de solución.

La semana pasada le tocó a la oposición aplaudir y aupar las sanciones del gobierno de Estados Unidos en contra de Venezuela y esta semana el turno ha sido para el gobierno de Maduro con la amenaza de adelantar las elecciones parlamentarias para el primer trimestre de 2020, el paso a juicio directo a los diputados José Guerra, Tomás Guanipa, Rafael Guzmán y Juan Pablo García por decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y las nuevas sanciones de inhabilitación a dirigentes opositores, buscando desarticular aún más a la oposición.

En este juego de competición, como cualquier torneo deportivo, hay dos opciones: ganar o perder. Por supuesto, en este enfrentamiento el pueblo no cuenta, no es el centro de atención y, mucho menos, el desastre social que está padeciendo sin perspectiva de solución.

Como se ha repetido tantas veces, la negociación es el camino para construir una solución a la crisis política del país. Pero aquí hay que advertir que ello dependerá del tipo de negociación y no solo del interés de negociar.

Hasta ahora, pareciera que el tipo de negociación que está en la mente de los actores que representan a las fuerzas en pugna es la negociación competitiva.

Como se sabe, en una negociación competitiva lo importante es la victoria final y conseguir el objetivo previsto sin importar el de la otra parte. Es el enfoque «ganar-perder». O, para decirlo coloquialmente, es algo así como repartir una torta de diez pedazos: tres para uno y siete para el otro, en vez de cinco para cada uno.

El asunto con este enfoque es que puede dar resultados para el ganador, pero si hay un claro «perdedor», este no querrá volver a tratar con el ganador y buscará la manera de seguir en la lucha.

Mientras no se cambie el enfoque de negociación, no habrá avance, seguirá la conflictividad política y con ella la continuidad del desastre económico y social en curso.

Es hora, entonces, de pensar en otro tipo de negociación, en uno que pueda satisfacer los intereses de las partes enfrentadas de modo que todos salgan ganando. Aquí está la magia: se trata de encontrar salidas que posibiliten una ganancia mutua: un resultado ganar-ganar. En mi opinión, este resultado solo puede darse cuando las partes colaboran, dejan de verse como enemigos y ponen al país por delante.

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Fuente: http://revistasic.gumilla.org

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