Sr. Director:
Así como Chile ha sido capaz de convocar al diálogo profundo en la Comisión para la Paz y el Entendimiento, hoy urge abrir un espacio similar para enfrentar una de las crisis sociales más profundas: el aumento sostenido de personas que viven en la calle.
Esa Comisión nos mostró que es posible abordar temas complejos con seriedad, reconociendo causas estructurales y proponiendo soluciones desde una mirada común. ¿Por qué no inspirarnos en ese modelo para frenar el crecimiento de la situación de calle?
Necesitamos políticas preventivas que impidan que jóvenes egresados del sistema de protección o personas que salen de la cárcel caigan en la calle como único destino. Terminar con este problema requiere un pacto social que nos permita conversar más allá de los prejuicios y los discursos simplistas. Salir de la calle es posible, sólo si lo hacemos juntos.
En Chile hay muchas experiencias locales inspiradoras: Quillota, Talcahuano, Puente Alto son algunas de ellas. En estos territorios, municipios, empresas y organizaciones de la sociedad civil están presentes donde nadie más llega: en las riberas, en los márgenes, en los intersticios de nuestras ciudades. Allí donde la vida resiste, ellas se vinculan, acompañan y ofrecen alternativas.
En contraste, algunas ciudades gastan más de 4 mil millones de pesos anuales en desalojos que solo agravan la situación. Desplazar no es resolver.
En Montevideo, en 2012, el presidente Mujica abrió el palacio presidencial para las personas en situación de calle. En 2013, el papa Francisco ofreció un palacio del Vaticano con el mismo fin. Ambos gestos nos recuerdan que otra respuesta es posible cuando se actúa desde la dignidad humana.
Karinna Soto Abarca
Directora Juntos en la calle, Corporación 3xi
Autora del libro El país de las carpas