El Obispo de la Diócesis de El Alto, monseñor Eugenio Scarpellini, en su homilía de la Misa dominical del 14 de junio, reveló la mirada de la Iglesia ante la situación del pueblo boliviano que está bajo la amenaza real del contagio y “la impotencia por un sistema de salud deficitario”.
El domingo 14 de junio, monseñor Eugenio Scarpellini, Obispo de la Diócesis de El Alto, develó la mirada de la Iglesia ante la situación del pueblo boliviano que está bajo la amenaza real del contagio, además de “la impotencia por un sistema de salud deficitario, la preocupación por la precaria situación económica y laboral de las familias y del país”, tal como informa la Iglesia católica a través de “Iglesia Viva”.
El Obispo también señaló que “son situaciones que, en lugar de generar esfuerzos conscientes y compromisos decididos para salir adelante, dan campo a confrontaciones de carácter político electoralista, arrogan un supuesto permiso a cada persona para romper reglas que deberían beneficiar a toda la comunidad a cambio de un interés económico personal”. Y afirmó que tales actitudes son una irresponsabilidad frente al que sufre:
“Es una irresponsabilidad social frente a quienes están sufriendo y es un pecado grave frente a Dios que en su misericordia nos pide cuidar y defender a los hermanos más vulnerables y desprotegidos”.
“SOMOS ELEGIDOS, SOMOS ENVIADOS”
En su homilía, monseñor Scarpellini aseguró que la Iglesia está encarnada en y para el mundo, donde todos deben participar y asumir con responsabilidad la construcción del Reino de Dios. Por esta razón subrayó el lema: “Somos elegidos, somos enviados”, y pidió a Dios “que siga actuando” en bien de su pueblo, que “siga llamando y enviando a su misión jóvenes generosos y que los agobiados y pobres sean aliviados”.
JESÚS PROCLAMA LA BUENA NOTICIA A TODOS LOS PUEBLOS
Al comentar el Evangelio en que Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando a los enfermos, el Obispo de El Alto dijo:
“Jesús se conmociona al ver el sufrimiento de la gente sencilla, pobre, excluida y en muchos casos maltratada por las autoridades sean políticas que religiosas. La situación precaria de la salud, economía y laboral del país, arrogan un supuesto permiso para romper reglas”.
Y exclamó: “¡Como no mirar hoy la situación de nuestro pueblo!: Está bajo la amenaza real del contagio, la impotencia por un sistema de salud deficitario, la preocupación por la precaria situación económica y laboral de las familias y del país. Son situaciones que, en lugar de generar esfuerzos conscientes y compromisos decididos para salir adelante, dan campo a confrontaciones de carácter político electoralista, arrogan un ‘supuesto permiso’ a cada persona para romper reglas que deberían beneficiar a toda la comunidad a cambio de un interés económico personal, o simplemente por no ser capaces de renunciar a un partido de fútbol entregándose así a la muerte, por no ser capaces de renunciar a una fiestita y a tomar, poniendo en riesgo la vida de familiares, amigos y de la comunidad”.
Asimismo explicó que este es el contexto en el que la acción de Dios renueva su elección que conduce a la misión. De ahí que haya recordado que “los cristianos, todos, indistintamente, no solo los sacerdotes o los misioneros”, son “aliados de Dios, para llevar la salvación a los hombres”.
“Y dentro de la universalidad de la misión, toman un lugar privilegiado los pobres porque lo fueron para Jesús. Él proclamó ‘bienaventurados los pobres porque de ellos es el Reino de los cielos’, los primeros destinatarios de su acción fueron los pobres; en el texto del juicio final, según San Mateo, Jesús se identifica con los hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos y encarcelados”.
ASUMIR LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO DE DIOS
Por último, teniendo en cuenta que “Él sigue llamando hoy a la misión”, monseñor Scarpellini concluyó diciendo que “por eso, hemos de trabajar para preparar y cultivar el terreno donde se oiga el llamado del Señor, de manera especial en los corazones de los jóvenes con el fin de que su respuesta sea generosa y crezca el número y entusiasmo de sacerdotes, religiosos y religiosas, familias y jóvenes misioneros, al servicio de la única misión de Jesús, que es hoy misión de la Iglesia: predicar el Reino del Padre siendo misericordioso al estilo de Jesús”.
“Y esto pasa también por ser Iglesia encarnada en el mundo e Iglesia para el mundo, donde todos, médicos, educadores, servidores públicos, trabajadores, empresarios grandes y pequeños, amas de casa y artistas, estudiantes y jubilados, gobernantes y gobernados, participamos y asumimos con responsabilidad la construcción del Reino de Dios, reino de justicia y paz, de equidad y solidaridad, donde los últimos y pobres ocupan el primer lugar en el corazón, en la mente y en las decisiones de nuestra sociedad”.
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Fuente: www.vaticannews.va