Clima y salud: Hay que repensar los sistemas sociales

Cambio climático y salud: el vínculo es directo y claro tras el informe de la ONU previo a la conferencia COP26 de noviembre. No hay más tiempo que perder para limitar el calentamiento global y evitar cambios desastrosos para la vida en nuestro planeta. Pero las acciones individuales no son suficientes: es hora de repensar los sistemas naturales y sociales, tal como advierte el experto en medio ambiente y salud Giorgio Banchieri.

“Cambio climático 2021. Las bases físico-científicas”: es el título del informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, publicado el 9 de agosto, con vistas a la próxima conferencia mundial sobre el clima que se celebrará en noviembre en Glasgow (Escocia). No hay más tiempo que perder para limitar el calentamiento global y evitar cambios desastrosos para la vida en nuestro planeta: esto es lo que ha subrayado el estudio, que representa solo la primera de las tres partes del Sexto Informe de Evaluación que está preparado para el año que viene.

Mientras la UE relanza su proyecto de neutralidad climática de aquí a 2050, hay que repensar el vínculo entre los sistemas naturales y sociales, cuestionando en lo esencial los mecanismos de desarrollo, como señala Giorgio Banchieri, experto en Ciencias Sociales y Económicas, profesor de las Universidades de la Sapienza, de la escuela de negocios LUISS y secretario nacional de la Asociación Italiana para la Calidad de la Atención Sanitaria y Social.

Banchieri subraya, en primer lugar, una realidad: en esta fase epocal, el ser humano está dilapidando los recursos del planeta como nunca antes. Señala que todos los principales indicadores de los componentes del sistema climático están cambiando a un ritmo que no se veía desde hace siglos. El cambio climático afecta a todas las zonas de la Tierra y a todo el sistema climático, pero todo puede cambiar a mejor si, con una acción global exhaustiva, limitamos de forma constante y decisiva las emisiones de CO2.

Lo que marcará la diferencia —explica el experto— será la capacidad del mundo de limitar el calentamiento global a +1,5°C en comparación con la era preindustrial, el objetivo ideal del Acuerdo de París, de reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y llevarlas a cero neto para 2050. La calidad del aire mejoraría —subraya— en pocos años, aunque el impacto en la temperatura del planeta solo sería visible después de muchas décadas. En los últimos años, el aumento de las emisiones antropogénicas asociadas a los principales gases de efecto invernadero ha hecho que la temperatura media mundial en el decenio 2011-2020 sea 1,09 grados centígrados superior a la del periodo 1850-1900.

En relación con la salud de los mares, esto significa que el nivel seguirá subiendo inevitablemente, entre 28 y 55 centímetros a finales de siglo. A muy largo plazo, se elevará entre dos y tres metros en los próximos 2000 años si el calentamiento global se mantiene en 1,5°C como propone el Acuerdo de París, pero podría superar los 20 metros con un aumento de 5 grados.

ACONTECIMIENTOS EXTREMOS SIN PRECEDENTES

Banchieri señala que estamos hablando de olas de calor, sequías, chaparrones o inundaciones de magnitud y frecuencia excepcionales, incluso simultáneamente. El experto llama la atención, en primer lugar, sobre el agua, señalando que todos los expertos coinciden en algunas evidencias científicas: el cambio climático tiene un impacto directo en el ciclo del agua, lo que significa cambios en los valores de humedad, vientos, nieve y hielo, zonas costeras y océanos.

Además, el cambio climático está afectando a los patrones de precipitación: en las latitudes altas, es probable que las precipitaciones aumenten, mientras que se espera que disminuyan en la mayoría de las regiones subtropicales. También se esperan cambios en las precipitaciones monzónicas —añadió— con variaciones en las distintas zonas.

ZOONOSIS

Desde el Ébola hasta el Virus del Nilo Occidental, pasando por el Mers, la lista de zoonosis —las infecciones que “saltan” de los animales a los humanos— ya era larga antes de que llegara el Sars-Cov2, y si no empezamos a proteger el medio ambiente se alargará en los próximos años.

Banchieri lo subraya señalando que alrededor del 60% de las infecciones humanas tienen un origen animal y que, de todas las enfermedades infecciosas emergentes, el 75% han dado un salto de especie desde otro animal al ser humano. No se puede pasar por alto el hecho de que hay zonas —explica Banchieri— que de alguna manera están “intactas” ahora por la presencia de los humanos, pero que podrían entrar en contacto de forma muy peligrosa. Solo un ejemplo: zonas del Ártico y del Antártico cubiertas de hielo y no tocadas por el hombre, que, al derretirse el hielo, podrían “devolver” a la atmósfera bacterias o virus que llevan millones de años congelados y para los que el hombre no tiene sistema inmunitario.

SE NECESITA UNA NUEVA VISIÓN DEL DESARROLLO

Según Banchieri, hay una serie de tendencias que empujan hacia un aumento de las zoonosis: la mayor demanda de proteínas animales; el aumento de la agricultura intensiva e insostenible; la creciente explotación de la fauna salvaje; el uso masivo de los recursos naturales a través de la urbanización y la industria extractiva; el aumento de los viajes y el transporte; la crisis climática. La cuestión —reitera— es adoptar siempre un planteamiento que busque conciliar la salud de las personas, los animales y el medio ambiente a la hora de planificar el desarrollo.

Asimismo, Banchieri está de acuerdo con las líneas de actuación indicadas por los expertos de la ONU: para luchar contra el calentamiento climático es necesario reducir la concentración de CO2 y de otros grandes gases de efecto invernadero, lo que debe ser sostenido en el tiempo hasta lograr la descarbonización total. Sin embargo, insistió en que todo esto debe producirse en el marco de un replanteamiento más general y profundo de los mecanismos de desarrollo. Es necesario un replanteamiento muy serio —recomienda— en algunos aspectos en Occidente y en los países más industrializados, y en otros en los países menos desarrollados.

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Fuente: www.vaticannews.va

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