¿Cuántos evangelios hay?

En la primitiva comunidad cristiana la palabra se utilizó para expresar el anuncio de la salvación que Dios había obrado en Jesucristo.

Depende a qué nos refiramos con el término evangelio. Evangelio es una palabra griega, que pasó al latín y que significa en principio “buena noticia”. Era utilizada para denominar las noticias anunciadas en nombre del emperador. En general eran buenas noticias, como cuando se proclamaba una victoria militar, pero se podía utilizar también para denominar noticias no tan buenas, como una subida de impuestos.

En la primitiva comunidad cristiana la palabra se utilizó para expresar el anuncio de la salvación que Dios había obrado en Jesucristo. En este sentido la usa san Pablo con frecuencia: Por ejemplo: “Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis en el que además estáis fundados y que os está salvando…” (1Cor 15, 1).

Después de Pablo, Marcos tituló su obra Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (Mc 1, 1). Cuando Marcos lo escribió significaba lo mismo: el anuncio de la salvación de Jesucristo. Pero con el tiempo pasó a ser entendido como el libro que Marcos había escrito y a partir de aquí pasó a significar los escritos narrativos que contaban cómo esa salvación se había realizado en la vida de Jesús. Ni Mateo ni Lucas ni Juan titularon su libro con esta palabra, pero el término sirvió para designar cada uno de sus escritos.

Por tanto, el Evangelio es uno, en cuanto que la obra salvífica de Dios realizada en Jesucristo es una, pero tenemos cuatro evangelios canónicos, que son cuatro formas parecidas, pero distintas, de narrarlo. Son canónicos porque en ellos la Iglesia ha visto reflejada su fe, por lo que forman parte del Nuevo Testamento y se leen en las celebraciones litúrgicas.

El Evangelio es uno, en cuanto que la obra salvífica de Dios realizada en Jesucristo es una, pero tenemos cuatro evangelios canónicos, que son cuatro formas parecidas, pero distintas, de narrarlo.

Existen otros muchos evangelios no canónicos o apócrifos. En torno a setenta. Depende de cómo se cuenten, pues varios de ellos son fragmentarios. Todos son más tardíos que los evangelios canónicos, aunque quizá algunos hayan recogido una noticia o una palabra de Jesús históricamente fiable. Pero en ellos la Iglesia no ha visto reflejada su fe. Contrariamente a lo que se piensa, no se encuentran ocultos sino que han sido publicados, traducidos a la lengua española, por A. Piñero: Todos los Evangelios (EDAF, 2009).

En general los evangelios no canónicos se pueden agrupar en dos tipos. Evangelios populares, que se centran unos en el nacimiento de Jesús y otros que se ocupan de su muerte y resurrección. Suelen recoger leyendas maravillosas. El segundo grupo lo forman evangelios gnósticos, interesantes pero que no reflejan la fe cristiana. El más relevante de todos ellos es el evangelio copto de Tomás, descubierto en Nag Hammadi (Egipto) en 1945 junto con otros trece textos en su mayoría también gnósticos.

Finalmente, una curiosidad: en el siglo IV un apologista sirio llamado Taciano recopiló los cuatro evangelios canónicos en un solo texto que se llamó por eso Diatesaron (es decir, uno a través de cuatro). Fue muy utilizado por los cristianos sirios, pero el texto original no ha sobrevivido. Desde 1881 existen intentos de reconstrucción a partir de traducciones a otras lenguas y fragmentos antiguos.


Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.

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