El camino de la sutileza

Aquello que vive en el silencio, esos espacios humanos en donde los grandes acontecimientos son, de alguna manera, quebrados por los momentos de lo pequeño.

En estas líneas quisiera pensar y proponer algunas pistas sobre la importancia de la sutileza, es decir, sobre aquello que vive en el silencio, por esos espacios humanos en donde los grandes acontecimientos son, de alguna manera, quebrados por los momentos de lo pequeño, del aprender a mirar las cosas como por primera vez, de aprender a ensanchar el corazón y recibir el aire nuevo que recorre los espacios de cada espacio.

Gastón Bachelard en su poética y epistémica obra El derecho de soñar tiene una sentencia sugerente. Dice el pensador francés que en la época de las grandes segadoras automáticas hemos perdido el respeto por la sutileza y la sencillez de la espiga. Es sugerente volver a pensar en lo dicho por Bachelard y darnos cuenta de cómo la vida humana a veces nos coloca en la perspectiva de que nuestras grandes preguntas (esto puede ser la espiga) vendrían a pasar casi de manera exclusiva desde los grandes eventos (¡Las segadoras automáticas!). Ante esta cuestión automática quizás hemos olvidado saber valorar la singularidad de la espiga individual, de los procesos individuales, de nuestros propios tránsitos y biografías que son fundamentalmente lentos, personales y desafiantes. El crecimiento de la espiga es un momento de profunda sutileza: es sembrada, crece en silencio, madura a su tiempo y a su tiempo es recogida por los hombres y mujeres del campo. De alguna manera todos los seres humanos somos como la espiga de la que habla Gastón Bachelard y, ante ello, hemos de aprender a reconocer ese amplio mosaico de lo humano que debe pasar también por esa espiga única.

Quisiera, finalmente, compartir un cuento de mi autoría, el cual he titulado El camino de la sutileza. Pienso que los cuentos poseen una dimensión de profundo aprendizaje humano, cultural, espiritual, sapiencial. Desde pequeños hemos sido educados en los cuentos, y aprender a contar nuestra vida es un ejercicio muy sugerente que les invito podamos trabajar ya sea de manera personal o de manera comunitaria.

El camino de la sutileza
(Por Juan Pablo Espinosa Arce)

“Cierto día la sutileza salió a caminar por el campo cercano a su casa del bosque. Admirada del canto de los pájaros que recibían la mañana, del rumor del arroyo cercano y de las flores que crecían en la verde alfombra de helechos, la sutileza recorría ese pequeño paraíso. De pronto y de detrás de un árbol, apareció la autosuficiencia. ¿Qué haces?, le preguntó la autosuficiencia a la sutileza. «Miro las cosas que hay por mi camino». La autosuficiencia la miró con cara de desgano e inquirió: Pero ¿cómo? ¿Para qué caminas por este camino que recorres todos los días? La sutileza, con mirada compasiva, la miró y le dijo: «Sí. Camino todos los días por el mismo camino y quizás veo todos los días las mismas cosas. Pero hay algo que tú no puedes ver». Intrigada la autosuficiencia le preguntó: ¿Qué cosa? Y la sutileza, tomando las manos de la autosuficiencia, le dijo: «Tú no has sido capaz de sentir el Espíritu en tu espíritu. Él te hace ver las cosas siempre de manera nueva»”. MSJ

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