El desarme nuclear de Corea del Norte puede volver al multilateralismo

La cumbre entre el presidente ruso Vladimir Putin y Kim Jong-un abre la esperanza a una negociación que incluya a Corea del Sur, China y Japón, además de Rusia y Estados Unidos.

Que exista una diferencia insuperable de calidad política entre Donald Trump y Vladimir Putin es indudable. Si el primero es presa de sus métodos presuntuosos y arrogantes, más propios de un narcisista, el presidente ruso se caracteriza por su astucia y su eficacia. Si no tiene mayor relevancia global como líder, es por el ostracismo mediático garantizado por las presiones de Washington sobre sus aliados occidentales. Y aclaro que eso no pretende ser un aval al pragmatismo de Putin y a sus métodos poco ortodoxos en cuanto a concepción democrática, sino un reconocimiento de una habilidad y una estrategia eficaz, aunque no siempre utilizada para lo que es mejor.

El fracaso de la cumbre entre Trump y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, en febrero en Vietnam, que terminó en nada y con el abandono abrupto de la reunión por parte del norteamericano, es una demostración de ello. Trump insiste con su personalismo y con la idea de llevar a cabo la desnuclearización de Corea del Norte aislado del resto del mundo, sin una hoja de ruta que permita un cronograma de los pasos de un proceso técnicamente muy complejo. Necesita adjudicarse un éxito internacional y garantizar a sus electores que mantuvo a rayas a uno de los “villanos” del mundo, pero en realidad no tiene idea de cómo lograrlo.

Es quizás por ello que el proprio Kim Jong-un ha recurrido a la ayuda de Rusia, viajando a la ciudad portuaria de Vladivostok para reunirse con Putin, experto en estos temas y con mayor capacidad mediadora. Putin tiene claro que el interés de una península de Corea liberada de armas nucleares es múltiple. Aspiran a ello Corea del Sur, los vecinos de Japón, China (comprador del 93% de las exportaciones norcoreanas), la propia Rusia que comparte 17 km de frontera, y por supuesto los Estados Unidos, aliado de surcoreanos y japoneses y con más de 30 mil efectivos en la península. Esta multilateralidad es clave para afrontar la problemática desde varios puntos de vista. De por medio hay sanciones que estorban el comercio que podría responder a la acuciante necesidad de fondos de Corea del Norte. Es por ello que Putin aseguró a Kim Jong-un sus esfuerzos para regresar a las negociaciones multilaterales. Rusia puede tener intereses comerciales con la nación comunista, en el país además trabajan unos 10 mil norcoreanos, que con sus remesas periódicas inyectan en su patria unos 500 millones de dólares anuales, el 1,5% del producto bruto nacional. Kim Jong-un necesita asegurarse la continuidad de esos trabajadores en el exterior, en momentos de grave escasez de productos en su país y de crisis económica.

A la política del garrote, utilizada para demostrar a los seguidores de Trump que es un hombre con pulso firme y oído en el exterior, Putin contrapone un tejido político de relaciones que apelan al sentido común y a la mutua conveniencia y redundan en una mejor convivencia. Los apretones finales luego de la reunión con su par norcoreano lo han demostrado. Es muy posible que el proceso se reactive, y con él la pacificación con los vecinos surcoreanos.

El presidente ruso no necesita demostrar que puede imponer su voluntad al mundo, sino que persigue evitar frenos al comercio y al desarrollo. Esta diferencia de enfoque, en el siglo XXI, marca la diferencia entre los dos mandatarios y explica, posiblemente, el rotundo fracaso de Trump puertas afuera y puertas adentro. Si la península de Corea llegara a la desnuclearización habrá que buscar explicaciones en Moscú y no en Washington, por más que desde su cuenta Twitter el presidente Trump se esfuerce en sostener lo contrario.

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Fuente: https://ciudadnueva.com.ar

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