El Papa, sobre su visita a África: “La semilla de la verdadera revolución, la del amor, que apaga la violencia y genera fraternidad”

“Gracias a la Comunidad San Egidio por su trabajo en el proceso de paz de Mozambique”.

Como suele ser habitual, después de los viajes apostólicos, el Papa Francisco pasó revista, en la catequesis de la audiencia de los miércoles, a su reciente visita a Mozambique, Madagascar y Mauricio. Desde ese recuerdo, aseguró que “la semilla de la revolución del amor apaga la violencia y genera fraternidad”, y que “el Evangelio es la más poderosa levadura de fraternidad”, superando los conflictos. En ese sentido, agradeció especialmente la labor de la Comunidad de San Egidio, que medió con éxito en los Acuerdos de Paz logrados en Mozambique.

ALGUNAS FRASES DE LA CATEQUESIS DEL PAPA

“Regresé del viaje apostólico a Mozambique, Madagascar y Mauricio. Doy gracias a Dios que me ha permitido realizar este itinerario como ‘peregrino de paz y de esperanza’, y renuevo la expresión de mi gratitud a las respectivas autoridades de estos Estados, al igual que a los episcopados, que me invitaron y me acogieron con tanto afecto”.

“La esperanza del mundo es Cristo, y su Evangelio es la más poderosa levadura de fraternidad, de libertad de justicia y de paz para todos los pueblos. Con mi visita, siguiendo la estela de los santos evangelizadores, he intentado llevar esta levadura a las poblaciones mozambiqueñas, malgache y mauriziana”.

“En Mozambique fui a sembrar semillas de esperanza, paz y reconciliación en una tierra que tanto sufrió en el pasado reciente a causa de un largo conflicto armado y que la pasada primavera fue víctima de dos ciclones que causaron daños muy graves”.

“La Iglesia sigue acompañando el proceso de paz, que ha dado un paso adelante el pasado 1 de agosto con un nuevo Acuerdo entre las partes”.

“Gracias a la Comunidad de San Egidio que tanto trabajó en este proceso de paz”.

“En ese sentido, animé a las autoridades del país, exhortándolas a trabajar juntos por el bien común. Y animé a los jóvenes, que se reunieron procedentes de diversas religiones, para que construyan el país, superando la resignación y la ansiedad, defendiendo la amistad social y mirando al tesoro de las tradiciones de los ancianos”.

“A los obispos, sacerdotes y personas consagradas, con las que me reuní en la catedral de Maputo, dedicada a la Virgen Inmaculada, propuse la vía de Nazaret, el camino del ‘sí’ generoso a Dios, en memoria agradecida de su llamada y de sus propios orígenes”.

“Un signo potente de esta presencia evangélica es el Hospital de Zimpeto, en la periferia de la capital, construido con la ayuda de la Comunidad de San Egidio. Mi visita a Mozambique culminó en la misa celebrada bajo la lluvia en el gran estadio: Allí resonó la llamada del Señor Jesús: ‘Amad a vuestros enemigos’, la semilla de la verdadera revolución, la del amor, que apaga la violencia y genera fraternidad”.

“De Maputo me fui a Antananarivo, capital de Madagascar. Un país rico en belleza y recursos naturales, pero víctima de la pobreza. Le deseé que, animado por su tradicional espíritu de solidaridad, el pueblo malgache pueda superar las adversidades y construir un futuro de desarrollo, conjugando el respeto al medioambiente y la justicia social”.

“Como signo profético en esta dirección, visité la ‘Ciudad de la Amistad’–Akamasoa, fundada por el misionero Pedro Opeka. Allí se intenta unir trabajo, dignidad, cuidado de los pobres y educación de los niños. Todo ello animado por el Evangelio”.

“El recorrido eclesial de la visita a Madagascar comenzó con el encuentro con las monjas contemplativas. En efecto, sin la fe y la oración, no se construye una ciudad digna del hombre”.

“Con los obispos del país hemos renovado la tarea de ser ‘sembradores de paz y de esperanza’”.

“Con los jóvenes, muy numerosos, viví una vigila llena de testimonios, cantos y bailes. Les animé a estar siempre en camino, a responder con generosidad a Dios que llama por el nombre y confía una misión”.

“La jornada del lunes se la dediqué a la visita de la República de Mauricio, conocido lugar turístico, pero que elegí por ser un lugar de integración entre diversas etnias y culturas”.

“El Evangelio de las Bienaventuranzas, carnet de los discípulos de Cristo, en ese contexto es el antídoto contra la tentación del bienestar egoísta y discriminatorio, y es levadura de felicidad, llena de misericordia, de justicia y de paz”.

“Con las autoridades de Mauricio, manifesté el aprecio por el intento de armonizar las diferencias en un proyecto común, y animé a llevar adelante incluso hoy la capacidad de acogida, así como el esfuerzo de mantener y desarrollar la vía democrática”.

“Queridos hermanos y hermanas, demos gracias a Dios y pidámosle que las semillas sembradas en este viaje apostólico porten frutos abundantes para los pueblos de Mozambique, Madagascar y Mauricio”.

TEXTO COMPLETO DEL SALUDO EN ESPAÑOL

Queridos hermanos: Regresé de mi viaje apostólico en Mozambique, Madagascar y Mauricio: lo he realizado como peregrino de paz y de esperanza.

En Mozambique he deseado esparcir semillas de esperanza, paz y reconciliación, en una tierra que ha sufrido un largo conflicto armado y recientemente ha sido golpeada por dos ciclones. He animado a las autoridades locales, a los jóvenes y a todos los habitantes para que sigan trabajando por el bien común y difundiendo la amistad social.

En Madagascar, un país con enormes recursos naturales, pero marcado por la pobreza, los he apoyado para que todos juntos puedan superar la adversidad y construir un futuro más justo y desarrollado. Como signo profético he visitado la “Ciudad de la Amistad”–Akamasoa, en la que se trabaja por la dignidad de los más necesitados y por la educación de los jóvenes. Además, he encontrado a las religiosas contemplativas, a los obispos, a los sacerdotes y consagrados, y he celebrado la Misa dominical junto al pueblo fiel que camina en aquella tierra.

Por último, he visitado Mauricio, una isla que integra diversas etnias y culturas. He agradecido a las autoridades el compromiso por armonizar las diferencias en favor de un proyecto común, animándolos a seguir con ese mismo espíritu de acogida y favoreciendo la vida democrática.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica; en modo particular saludo a los “Universitarios para el desarrollo”, que trabajan en zonas carenciadas de Argentina y misionan en Bolson, Río Negro, y la Viña, en Salta. A todos los invito a rezar por los frutos de este viaje apostólico, para que el Señor siga sosteniendo a los habitantes de Mozambique, Madagascar y Mauricio, y a la Iglesia conceda la valentía de seguir llevando el consuelo y la alegría del Evangelio. Que Dios los bendiga.

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Fuente: www.religiondigital.org

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