La Cámara de Diputados no pudo reunir los dos tercios de votos necesarios para que fuera enjuiciado. Ausencia de la sociedad civil.
El presidente de Brasil, Michel Temer, ha conseguido esquivar el procesamiento. Le hacían falta 172 votos para evitar que los dos tercios de la Cámara de Diputados lo suspendiera de su cargo durante seis meses para someterse a la acción de la Justicia, y obtuvo 263.
Su propio partido, el PMDB, sugirió votar en contra, muchos de sus aliados lo hicieron. Pero no fue suficiente. Como no fue suficiente que alcanzara el récord de impopularidad en su país: menos del 5% de los brasileños lo apoya, y como tampoco fue suficiente la gravedad de los cargos formulados contra él por la Fiscalía General: liso y llanamente aceptó sobornos. No fue suficiente porque, más allá de la pretendida austeridad, control fiscal y reducción del gasto público, Temer, en las últimas semanas, se dedicó a “comprar votos” prometiendo inversiones en determinados distritos, e hizo concesiones al lobby ruralista en Diputados, lo que se traducirá en más deforestación (que ha retomado ritmos preocupantes) y pisoteo de los derechos indígenas.
Se llegó al colmo de disponer que podrán recuperar sus tierras los pueblos originarios que las ocupaban en los años ’70… pero ¡si el problema es precisamente que fueron expulsados de sus posesiones!
En Brasil se asiste a la paradoja de una presidenta, Dilma Rousseff, destituida hace poco más de un año por una irregularidad menor, maquillar balances del Ejecutivo, y deja en el cargo al presidente que se “escandalizó” por ello… siendo ahora acusado de ser responsable de graves actos de corrupción.
Es una derrota para la política. Cuando se votó la destitución de la ex presidenta, ante el Congreso, miles de manifestantes apoyaban la medida expresándose en las calles. Ayer las calles estaban vacías. La sociedad civil ha faltado a una cita importante.
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Fuente: http://ciudadnueva.com.ar