La praxis del bien no es propiedad de ningún grupo, sino que es universal, y toda praxis del bien está a favor de la fraternidad universal.
El sectarismo es de las tentaciones humanas más comunes, y cuando sucumbimos a este, excluimos a los demás y extraviamos el horizonte de nuestra condición más honda que es la fraternidad. La identidad personal, grupal, de partido, de religión, cultural, de género, organizacional, tan necesaria para cohesionar, muchas veces se construye afirmándose contra el otro, el diverso, el extraño y de esta manera se cae en el sectarismo excluyente; incluso en un mismo grupo u organización sucede, por ejemplo, en la Iglesia, en aquellos (laicos y clero) en quienes predomina la mentalidad clerical, se establece una discriminación entre clero y comunidad de los bautizados.
En el Evangelio del domingo, Jesús reprende a Juan, quien, en esta ocasión, como vocero del grupo de discípulos, le dice a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo».
Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro». El punto es que los discípulos constatan que tales personas están haciendo el bien y, por no ser de su grupo, consideran que deben impedirlo.
En la lógica sectaria lo absoluto no es hacer el bien sino la pertenencia al grupo, al partido, a la marca. Dicho de otro modo, el bien vale si es mi bien, el bien de los míos. Jesús le hace ver a sus discípulos que la acción del Espíritu no tiene fronteras, y que la praxis del bien no es propiedad de ningún grupo, sino que es universal, y toda praxis del bien está a favor de la fraternidad universal, por eso, Jesús no solo reprende a Juan, sino que le abre pedagógicamente el horizonte concluyendo: «El que no está en contra nuestra, está a favor nuestro».
Ese “a favor nuestro”, viniendo del hermano universal, es un “estar a favor de la fraternidad universal”. En nuestro país instituciones tan importantes como los partidos políticos, las iglesias y las ONG, para construir una alternativa de país, muchas veces estamos naufragando en el sectarismo y en los egos que impiden ver el horizonte fraternal.
Jesús nos reprende y nos pide ampliar nuestra mirada, porque la praxis del bien no conoce fronteras. Oremos Señor, ayúdanos a superar la cárcel de nuestros egos, del personalismo, del sectarismo, del tribalismo. Amplia nuestra mirada y ayúdanos a reconocer que la praxis del bien no es nuestra propiedad.
Sagrado corazón de Jesús, en vos confío. Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega. Caracas, Venezuela.
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Fuente: http://revistasic.gumilla.org