India: la formación en habilidades para la vida ayuda a los refugiados a mantener a sus familias

El programa educación en habilidades para la vida del Servicio Jesuita a Refugiados en la India ha dado muchas oportunidades a mujeres en ese país. Rishna es una de ellas.

Rishna era una niña de seis meses cuando sus padres, junto a ella y sus dos hermanos mayores, huyeron de una Jaffna destruida por la guerra en Sri Lanka y desembarcaron en Dhanushkodi, Tamil Nadu, en la India, en 1990. Su padre, que regresó inmediatamente a Sri Lanka para traerse a otros parientes a Tamil Nadu, murió abatido por los disparos de la Armada de Sri Lanka.

Su madre, entonces una joven viuda, realizó múltiples trabajos y sacó adelante a sus hijos pequeños. Consiguió enviar a los tres a la escuela. Ayudada por el programa de Educación Complementaria del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) en el campamento de refugiados de Pooluvapatti, en el distrito de Coimbatore, Rishna completó su educación secundaria superior en una escuela pública.

Después de eso, siguió un curso de seis meses del programa educación en habilidades para la vida (LSE, por sus siglas en inglés) impartido por el JRS en Dharapuram, donde aprendió nuevos oficios: confeccionar ropa, tejer, bordar y otras artesanías. Ella dice que el programa LSE le ha dado muchos buenos recuerdos. Y relata muchas experiencias interesantes en aquel centro: su fascinación por un pequeño vestido blanco que su maestra hizo para el Niño Jesús la Navidad de 2007; el profesionalismo de las maestras; la amabilidad, el compañerismo y la cordialidad que había entre las aprendices; su picnic a Kodaikanal, y cómo sus compañeras apreciaban sus habilidades para el baile. Recuerda agradecida el apoyo y el estímulo que recibió de la hermana Helen, miembro del equipo del SJR.

Más tarde, su interés por convertirse en esteticista la llevó a matricularse en un curso de seis meses, después del cual completó un año de aprendizaje en Avinacilingam.

En 2009, se casó con Mano Raj. Su matrimonio llevó a Rishna al campamento de Okkur. Su esposo, pintor, la animó a perseguir sus sueños. Así que puso en práctica sus habilidades y empezó a ganarse la vida cosiendo vestidos, tejiendo suéteres y haciendo tarjetas de felicitación, así como otras artesanías, además de ofrecer sus servicios como esteticista periódicamente.

Hoy, con sus nuevas habilidades y nuevas fuentes de ingresos, ayuda a cubrir algunos de los gastos del hogar de su familia. El trabajo de Rishna le da una sensación de independencia y le permite desarrollar aún más su pasión.

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Fuente: http://es.jrs.net

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