Jerusalén, padre Faltas: La comunidad internacional se vuelva un observador especial

El vicario de la Custodia de Tierra Santa está aterrorizado por las consecuencias de un asalto a Gaza. Lamenta que sus repetidos llamamientos a la diplomacia occidental hayan sido desoídos durante décadas y que nunca se haya puesto en marcha seriamente una mesa de diálogo. Se necesita una delegación internacional, no armas: “Lo que hace falta es una verdadera conciencia para devolver la paz a esta tierra, porque es posible”.

“La situación es cada vez más grave”. Así lo informa desde Jerusalén a los medios de comunicación vaticanos el padre Ibrahim Faltas, vicario general de la Custodia de Tierra Santa. Su llamamiento al diálogo se produce mientras suenan nuevas sirenas de alarma en la ciudad y cuando las actualizaciones del ejército sobre el terreno hablan de algunos presuntos milicianos que se habrían infiltrado en territorio israelí desde el Líbano. Se ha pedido a los residentes de numerosas localidades que se encierren en sus casas. El número de muertos asciende a 560 y el de heridos a 2.900.

Olaf Scholz, Emmanuel Macron, Joe Biden y Rishi Sunak se pusieron en contacto la noche del 9 de octubre para hacer un balance de la situación en Israel. Mientras tanto, los ministros de Asuntos Exteriores de la Liga Árabe decidieron reunirse el miércoles en El Cairo para debatir la “agresión israelí contra la Franja de Gaza” tras el ataque sorpresa de Hamás contra Israel. En esta ocasión “extraordinaria” se buscarán “vías de acción política a nivel árabe e internacional”.

EL ASEDIO A GAZA SERÁ TERRIBLE

Ante el anuncio israelí del asedio total a Gaza, el franciscano expresó toda su preocupación: “Sin luz, sin agua, sin comida. Será terrible para la población. Igual que será difícil llegar con los bienes necesarios, alimentos y medicinas, a algunas zonas de Palestina”, informa. Sus palabras coinciden con las declaraciones del Primer Ministro Netanyahu en una conversación telefónica con el Presidente estadounidense Biden: “Tenemos que entrar en Gaza. Ahora no podemos negociar”.

Ante el anuncio israelí del asedio total a Gaza, el franciscano expresó toda su preocupación: “Sin luz, sin agua, sin comida. Será terrible para la población”.

LA COMUNIDAD INTERNACIONAL SE CONVIERTE EN UN “OBSERVADOR ESPECIAL”

Que siempre ha habido una falta de presencia por parte de las cancillerías europeas occidentales en el conflicto palestino-israelí, es la convicción del clérigo, que ha hecho público un nuevo comunicado personal sobre la crisis que estalló el pasado sábado: “No es el primer comunicado que hago. He instado a la comunidad internacional en varias ocasiones a intervenir en guerras anteriores, en los grandes disturbios que han tenido lugar antes. Pero no hemos tenido ninguna intervención. Ninguna postura para unir a los dos bandos. Han pasado décadas sin ningún apoyo y sin pensar en una mesa de diálogo”.

La súplica más sentida de Faltas, que considera prioritaria, “es contar con la presencia de una delegación internacional en el país que trabaje seriamente para llevar a las partes al diálogo. No hacen falta armas”, subraya, “hace falta una verdadera toma de conciencia para devolver la paz a esta tierra, porque es posible que la comunidad internacional se convierta en un ‘observador especial’ de los problemas que existen, pero que debe encontrar la ansiada solución para Jerusalén”.

LOS CRISTIANOS TEMEN SER OBJETO DE ATAQUES POR SER ÁRABES

Sobre la condición de los cristianos en esta coyuntura, el vicario recuerda que esta minoría está “sufriendo mucho” ante toda la destrucción y la muerte. También señala que “los cristianos son todos palestinos y tienen mucho miedo. Están encerrados en sus casas”. También cuenta que todos los obreros de Belén que trabajan en la Custodia, en la escuela, en los conventos, no van a trabajar porque es muy difícil cruzar los puestos de control; “tienen miedo de ser señalados, de ser atacados porque son árabes. Todos tenemos miedo”, concluye, “porque el sábado 7 de octubre ocurrió lo inimaginable con el comienzo de la guerra. Hoy no sabemos qué pasará. El futuro es confuso. Da miedo. Es como entrar en un callejón oscuro donde se vislumbra un hilo de luz y la comunidad cristiana se aferra a este hilo porque es nuestra esperanza que sostenemos con nuestras oraciones”.


Fuente: www.vaticannews.va/es / Imagen: Pexels.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

logo

Suscríbete a Revista Mensaje y accede a todos nuestros contenidos

Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0