La liturgia “deconstruida”

La Misa no es algo que pertenezca ni al sacerdote que la preside ni a los fieles que la celebran. La Misa es un tesoro que hemos recibido de la Iglesia desde la Última Cena.

Es tentador, lo sé. Nos reunimos un grupo de creyentes, hay un cura cerca, y venga, celebremos la Misa juntos. Fantástico. ¿El rito penitencial? Mejor lo adaptamos. ¿Las lecturas del día? Vaya, es que justo no pegan con el momento en que se encuentra el grupo o con la dinámica que hemos realizado esta tarde. ¿La homilía? Si es entre todos, compartida, y con algún gesto, será genial. ¿El ofertorio? El pan y el vino son poca cosa, así que llevemos un sinfín de objetos que hablen de lo nuestro. ¿La plegaria eucarística? Que el cura coja una corta y facilita, o una para niños. ¿Nos damos la paz? ¡El recreo de la Misa! Y así con la música, la postural corporal, etc.

Seguro que algunos de los lectores han participado en Eucaristías donde la liturgia se “deconstruye”. La intención podría ser comprensible hace algunas décadas, donde los católicos tenían en general una sólida formación, y se experimentaba con nuevos modos de vivir la fe. Los resultados muestran el fracaso pastoral de esas opciones deconstructivas.

Seguro que algunos de los lectores han participado en Eucaristías donde la liturgia se “deconstruye”.

La Misa no es algo que pertenezca ni al sacerdote que la preside ni a los fieles que la celebran. La Misa es un tesoro que hemos recibido de la Iglesia desde la Última Cena, por medio de la cual rememoramos el sacrificio de Jesucristo en la cruz. La Misa es “fuente y cumbre” (Lumen Gentium, 11) de la Iglesia, y debería serlo también de nuestras vidas. San Alberto Hurtado decía: “¡La Misa es mi vida, y mi vida es una Misa prolongada!” [1]. Por tanto, la liturgia no se manipula a nuestro antojo, ni se adapta a nuestra situación específica, ni se deconstruye. La Misa contiene a “Cristo en persona” (Presbyterorum Ordinis, 5), y por eso, al igual que haríamos con Él, la celebramos con toda la dignidad, la reverencia y el amor que merece.


Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.

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