La REPAM llama a una acción unitaria para evitar una tragedia humanitaria y ambiental

Una Iglesia aliada de los pueblos indígenas, que quiere estar con ellos, apoyar lo que deciden y quieren.

Una tragedia humanitaria y ambiental, ese es el gran peligro al que se enfrenta la Amazonía, un territorio de 33 millones de habitantes, entre ellos, 3 millones de indígenas de 400 pueblos distintos, junto con 120 pueblos en aislamiento voluntario o contacto inicial. A decir verdad, la región viene siendo amenazada desde hace años, una situación que se ha acelerado en las últimas semanas, lo que puede provocar un colapso estructural.

Quien denuncia esa situación es la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), que este 18 de mayo ha lanzado un comunicado en el que llama a una acción urgente y unificada. La situación es cada día más grave, pues a pesar del evidente subregistro del número de casos y fallecidos en la Panamazonía, como cada día recoge la REPAM a partir de datos oficiales, ya son más de 70 mil contagiados y 4 mil fallecidos, aumentando cada día más los números en regiones del interior, donde vive la población más vulnerable y se cuenta con un sistema sanitario muy precario. Entre los indígenas, de casi 40 pueblos diferentes, son alrededor de 550 los contagiados y aproximadamente 120 fallecidos, con una tasa de mortalidad que en algunos países llega al 28%.

Esta es una acción a la que son llamados por la REPAM “los pueblos indígenas amazónicos, la sociedad civil de la Panamazonía y del mundo, la Iglesia católica y todas las denominaciones religiosas preocupadas por el cuidado de la Creación, los gobiernos, las instituciones internacionales de derechos humanos, la comunidad científica, los artistas y todas las personas de buena voluntad, para juntar esfuerzos en defensa de la “Amazonía querida, con todo su esplendor, su drama y su misterio” (QA 1), una propuesta que cobró mayor fuerza en estos días al celebrarse la Semana Laudato Si’.

El escrito, firmado por los cardenales Claudio Hummes y Pedro Barreto, presidente y vicepresidente de la REPAM, junto con su secretario ejecutivo, Mauricio López, alerta sobre la devastación que se cierne sobre la Amazonía en consecuencia de “la pandemia de Covid-19 que alcanza a los más vulnerables, y el aumento descontrolado de la violencia sobre los territorios”, denunciando que “el dolor y el grito de los pueblos y el de la tierra, se funden en un mismo clamor”.

El Sínodo para la Amazonía ha convertido a la Iglesia en aliada de los pueblos indígenas —apoyándolos, también ahora— que piensan en cómo “construir su futuro en este momento tan difícil de la pandemia”, recogiendo las palabras del cardenal Hummes. Esta actitud está siendo asumida por “una Iglesia que se está jugando la vida y acompañando las situaciones particulares”, afirma Mauricio López, en los diferentes países de la Panamazonía, detallando en el comunicado diferentes realidades presentes en la región, sobre todo aquello que hace referencia a los pueblos indígenas, a quienes no se les están respetando sus derechos fundamentales: información en sus propias lenguas, inseguridad alimentaria, atención médica diferenciada, facilitar el regreso a sus comunidades, entre otros.

Junto con el peligro que representa la pandemia, el comunicado de la REPAM denuncia la presencia del “virus de la violencia y saqueo de la Amazonía”, donde “la minería y la deforestación ilegal en tierras indígenas de la región siguen en pleno apogeo”. Ante estas y otras situaciones, como el derrame de crudo en la Amazonía ecuatoriana, los gobiernos hacen la vista gorda, apoyando, como sucede en Brasil, medidas que favorecen la invasión de tierras indígenas, o la extracción de oro en Guyana.

Siguiendo las palabras del Papa Francisco en Querida Amazonía, el comunicado demanda una acción global en defensa de la Amazonía, que promueva el cuidado de las personas y de los ecosistemas como algo inseparable. Esto no puede esperar, pues “estamos en un momento decisivo para la Amazonía y para el mundo”, afirman desde la REPAM, lo que provoca dos posibles caminos: de un lado, “la gestación de nuevas relaciones inspiradas en la ecología integral”, y, del otro, si nos dejamos arrastrar por miedos, intereses o presiones, “la pérdida de los sueños del Sínodo”.

Estamos en un tiempo de solidaridad planetaria, en palabras del Papa Francisco, de apoyar a “los pueblos indígenas de la Amazonía, porque nos están ignorando”, como enfatiza Gregorio Díaz Mirabal, coordinador de la COICA. Se trata de enfrentar una situación que en muchos casos es provocada “por la inacción, por la irresponsabilidad, por la complicidad”, afirma el Secretario Ejecutivo de la REPAM, algo que, según él, siempre “busca favorecer a los grupos de poder”.

Por eso, “la REPAM y la Iglesia, fieles al llamado del proceso sinodal, de la exhortación del Papa Francisco, se siente llamada a defender la vida, defender los derechos, defender los territorios, junto con los pueblos indígenas, su cultura, su diversidad, que sueñan con una Amazonía que sea canto de vida, que sea misterio, pero también atendiendo tantos gritos de los pobres y de la hermana Madre Tierra”, concluye Mauricio López.

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Fuente: www.religiondigital.org

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