La Venezuela que surge del 20 de mayo

La mesa está servida para que se aceleren los cambios políticos y económicos en el país, aun habiendo ganado su reelección Nicolás Maduro.

Venezuela en medio de la peor crisis económica que ha vivido en dos siglos, cumplió una nueva jornada electoral que ha desembocado en la reelección del presidente Nicolás Maduro Moros para otro periodo de seis años. Algo —si se quiere, cantado desde hace varios meses por el formato y las condiciones de la elección— que se ha producido con la mayor abstención en procesos comiciales de esta naturaleza en más de treinta años —poco más del 52% de abstención—, lo cual pudiera profundizar la ingobernabilidad del país ya de por sí bastante avanzada.

La jornada estuvo marcada por el ventajismo oficial sin parangón en la historia reciente. Puntos de control social a menos de 50 metros de los centros de votación, dificultades para la acreditación de testigos opositores, una hegemonía comunicacional que limita los mensajes con una óptica distinta al gobierno, la anulación de partidos de oposición, la descarada utilización de recursos públicos para las actividades proselitistas y la implantación del denominado “carnet de la patria”, entre otros elementos que limitan seriamente la competitividad electoral en Venezuela y que han llevado a la mayoría de los países del continente y un número importante en el mundo a no reconocer estas elecciones por fraudulentas.

Maduro, sin duda, ha salido debilitado en esta elección —alrededor de dos millones ochocientos mil votos menos que su primera victoria en 2013—. Las bases chavistas, aun ante el control social y la presión política realizada a través del carnet de la patria, no pudieron evitar un deslave importante de su votación, que le generarán consecuencias inmediatas entre los grupos de poder internos en su coalición de gobierno, amén de estar financieramente ahogado por el mal manejo del gasto público y la disminución de los precios petroleros y la producción interna del país. Con ello, el panorama se abre para una negociación de altura con la comunidad internacional y la oposición interna, o, por el contrario, se profundizará la crisis de Estado, que puede terminar impactando en mayor medida a los países vecinos que pudieran radicalizar posiciones geopolíticas para evitar el flujo migratorio incontrolado producto del modelo económico madurista.

Como vemos, la mesa está servida para que se aceleren los cambios políticos y económicos en el país, aun habiendo ganado su reelección Nicolás Maduro. La política siempre nos ha demostrado, a lo largo de la historia, que las victorias pueden significar derrotas, y viceversa: las derrotas pueden convertirse en épicas victorias políticas. El pueblo de Venezuela será protagonista de los meses más complicados después de la jornada del 20 de mayo.

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Fuente: http://revistasic.gumilla.org

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