Las bajas temperaturas son otra amenaza para el Afganistán herido

Congelados: en Afganistán, es el caso de las cuentas bancarias, las noticias diarias, pero también de las personas. De hecho, el invierno en Afganistán es el invierno de las estaciones, pero también de un periodo de crisis que no parece destinado a terminar. Al menos no pronto. Los focos se apagan, pero no la necesidad urgente de ayuda humanitaria para millones de personas que viven en condiciones sociales, sanitarias y económicas dramáticas. Esto es lo que dicen las principales agencias humanitarias, lo que denuncian en sus informes, lo que cuentan en tantas historias duras.

CRISIS SANITARIA

En Afganistán, el “sistema sanitario, frágil desde hace años, corre el riesgo de colapsar, mientras las necesidades de la población son enormes” y la situación de la malnutrición “ha empeorado en comparación con el mismo periodo del año pasado”, especialmente en Herat. Además, la mayoría de los centros de salud del país están sometidos a una gran presión debido a la falta de personal y equipos. Este es el dramático panorama de la situación humanitaria en Afganistán que traza Médicos Sin Fronteras en un informe hecho público este mes.

“Los pacientes no siempre pueden acceder al tratamiento que necesitan, mientras que la sanidad privada no es una opción viable para millones de personas”.

MORIR DE HAMBRE Y DE FRÍO

La semana pasada, la historia de una mujer, madre afgana, que murió congelada en la frontera turco-iraní, en el pueblo iraní de Belasur, uno de los puntos de tránsito para los migrantes afganos que intentan llegar a Turquía y luego a Europa, tuvo un gran impacto en el mundo. La mujer viajaba con sus dos hijos y fue encontrada con los pies envueltos en bolsas de plástico: había dado sus calcetines a los niños para que se los pusieran en las manos como protección. La historia fue reportada por el periódico turco Daily Sabbah. Afortunadamente, los niños están a salvo. Una, muchas historias, por desgracia.

Como la que informa hoy el diario italiano La Repubblica, desde una aldea agrícola en las afueras de Kabul, donde “los niños ya no tienen fuerzas para llorar” y “los funerales se multiplican día a día”. El hambre y el frío azotan un país en el que, según el director del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, se está produciendo la “peor crisis humanitaria del planeta”.

CUENTAS BANCARIAS Y SALARIOS

El mes pasado, decenas de mujeres salieron a las calles de Kabul para exigir la liberación de los activos de Afganistán, congelados desde que los talibanes tomaron el poder en agosto de 2021. Se ha suspendido gran parte de la financiación internacional al país y miles de millones de dólares de activos afganos en el extranjero, principalmente en Estados Unidos, están efectivamente congelados. Los empleados del Estado, desde los médicos a los profesores y los funcionarios administrativos, no han cobrado durante meses o se enfrentan a grandes retrasos. Los bancos, por su parte, han limitado la cantidad de dinero que los titulares de las cuentas pueden retirar, lo que hace aún más dramática la situación.

COMPROMISO DE EMERGENCY

Tres hospitales, cuarenta clínicas. “Emergency” sigue estando en primera línea para la población afgana. “Nunca hemos dejado de hacerlo, es más, ahora que los combates han disminuido, podemos intervenir incluso en zonas donde antes no podíamos hacerlo”, explica Emanuele Nannini, coordinador del programa de “Emergency” en Afganistán, en una entrevista concedida a Vatican News.

“Nuestra presencia en el país ha sido importante en los últimos 22 años, pero hoy más que nunca es fundamental para millones de personas que acceden a nuestra atención”.

LA GENTE NO PUEDE CALENTAR SUS CASAS

Según Emanuele Nannini, el problema es principalmente político. “La decisión de congelar este dinero procedente del extranjero se debe a que el gobierno talibán no es reconocido”.

“El punto de inflexión es separar las cuestiones políticas de las humanitarias, porque en el futuro inmediato no hay dinero para mantener a la población y, por tanto, no es posible comprar lo que se necesita, incluidos los alimentos”. En este contexto, no hay que olvidar la llamada fuga de cerebros:

“Después de agosto, los que pudieron salir del país se fueron”. Así lo explicó el representante de “Emergency”, con todo lo que esto conlleva, también desde el punto de vista sanitario. Y añadió:

“Lo que está ocurriendo era previsible: el invierno llega todos los años y la mayoría de la gente vive en zonas rurales de montaña, donde las temperaturas son muy bajas”.

“Los precios también suben en Europa, pero aquí el incremento es de casi el 50%, en un contexto —señaló— de crisis económica ligada, como he dicho, al dinero congelado. Así que hay muchos factores: la subida de los precios, la devaluación de la moneda local y, sobre todo, la falta de dinero que llega del extranjero. Esto significa —concluyó— que la mayoría de las personas no tienen dinero para comprar combustible, gas, ni nada que les permita calentar sus casas.

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Fuente: www.vaticannews.va

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