Nahida es una inspiración para todas las mujeres que la rodean.
Perder a alguien que amas es una dolorosa experiencia por la que cualquier persona puede pasar; se necesita tiempo y mecanismos de afrontamiento para superar el dolor que hay dentro de una persona. Nahida, de 45 años, perdió a su hijo, de 21, en Siria, hace cuatro años. Aunque sintió que parte de ella se había ido, no se rindió. Cada día se despierta tratando de superar su pérdida y mantenerse fuerte.
Nahida huyó al Líbano hace siete años con su esposo y sus cuatro hijos, dos de los cuales viven con ella ahora en Nabaa, cerca del Centro Social Frans van der Lugt (FVDL) del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en Borj Hammoud. “Llevo dos años asistiendo al Centro del JRS. Mis vecinos me presentaron en el Centro, y allí me animaron a unirme al equipo, participar en las sesiones e ir a algunas clases”, dice Nahida.
Nahida es una inspiración para todas las mujeres que la rodean, empezando por las más cercanas a ella: sus hijas, nueras y sus amigas del Centro. Las anima a tener iniciativa y educarse para que cojan conciencia de sí mismas. “Aquí en el Centro, se me abrió un nuevo mundo. Maduré y abrí mi mente gracias a la nueva información que recibimos y a las personas que he conocido. No acabé mi educación en Siria, pero tengo curiosidad por aprender cosas nuevas fuera de la escuela o la universidad, y animo a otras mujeres a hacer lo mismo”, explica.
Nahida aprovecha al máximo los cursos ofrecidos en el Centro del JRS: va a talleres de maquillaje por la mañana y a los cursos de inglés y cocina por la tarde. “En Siria tenía mi propio salón de belleza. Solía hacer diferentes peinados para mujeres. Me gusta mostrarles su belleza y hacer que se vean elegantes. A veces, la peluquería y el maquillaje pueden levantar su espíritu y hacer que se sientan mejor consigo mismas”, explica apasionadamente.
Nahida disfruta aprendiendo nuevas recetas en clase de cocina y enseñándolas a otras personas. “Me gusta cocinar y que otros prueben mis platos. Me hace feliz cuando alguien me felicita por mi comida”.
Según Imán, la trabajadora social del Centro, las mujeres que asisten a los programas comparten sus historias entre ellas. Escuchan las de otras que han pasado por situaciones aún más difíciles. Es una especie de consuelo que les ayuda a sentirse mejor. Cuando se le pregunta su opinión sobre el Centro, Nahida dice que “escuchar diferentes historias y conocer gente nueva enriquece mis experiencias y me permite ver las cosas desde una perspectiva diferente”.
Nahida sigue describiendo su experiencia con el JRS diciendo que “aquí aprendí cómo ser una mujer fuerte, cómo ser la responsable de todo en mi vida. Imán me apoyó mucho; ella siempre está dispuesta a escuchar mis problemas y a darme consejos. Me hace sentir mejor y optimista ante la vida”.
El Centro Social FVDL ha ayudado a Nahida a desarrollarse personalmente; ha cambiado su vida y se ha involucrado más en la comunidad; tiene muchos amigos con quienes se comunica, tanto dentro como fuera del Centro.
Nahida está tan vinculada al Centro que su deseo es que siempre hubiera una delegación del JRS en cualquier país al que vaya. Espera un futuro mejor y más seguro para ella y sus hijos… y la paz mundial.
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Fuente: https://jrs.net/es