Myanmar. Cardenal Bo: «Que desaparezca el odio, necesitamos la paz»

Al menos 18 personas han sido asesinadas tras las violentas protestas contra los militares, que tomaron el poder en un golpe de Estado el 1 de febrero. El cardenal Charles Maung Bo vuelve a animar el diálogo entre las partes.

“La conversión es el mensaje central de la Cuaresma. Desafiémonos a nosotros mismos. Veamos a los demás bajo una luz mejor. Un nuevo mundo es posible, un nuevo Myanmar es posible, una nación sin conflictos es posible, cuando esta nación se convierta y se transfigure en la gloria que merece”, lo dijo el cardenal Charles Maung Bo, Arzobispo de Yangon, Birmania, en su homilía del Segundo Domingo de Cuaresma, en el cual invitó a mantener la paz y la unidad tras el golpe de Estado de la Junta del pasado 1 de febrero y la violenta represión de los militares contra los manifestantes el domingo 28 de febrero, represión que ha causado la muerte de al menos 18 personas y ha dejado 30 heridos.

EL ODIO NUNCA EXPULSA AL ODIO: SÓLO EL AMOR

En su homilía, publicada en el sitio web del Arzobispado de Yangon, el cardenal Bo señaló que “las calles de Myanmar han visto mucho dolor, sufrimiento y resistencia. Poco a poco el odio parece infiltrarse en las marchas pacíficas”. Por ello, el purpurado pidió rezar para que no haya violencia. “Que no se derrame sangre inocente en esta tierra —subrayó el cardenal Bo—, todos somos hijos e hijas de la misma tierra, de la misma madre Myanmar, y debemos ser pacientes y tolerantes”. Además, el Arzobispo de Yangon dijo que el odio nunca puede ser expulsado por el odio, sino solo por el amor. La oscuridad nunca expulsa la oscuridad: solo una luz puede disipar la oscuridad. El “ojo por ojo” deja ciego al mundo entero.

CUARESMA, TIEMPO DE CONVERSIÓN

El cardenal Bo, recordando que nos encontramos en la segunda semana de Cuaresma, dijo que este tiempo es el tiempo de la autopurificación; de alejarse de los estragos del pecado, que es la autodestrucción. Y reflexionando sobre la figura de Abraham, el purpurado dijo que “ser dueño de una nación no viene como resultado de la violencia. Viene a través del sacrificio, la obediencia a la voluntad de la mayoría del pueblo”. La conmovedora historia de Abraham, preparándose para sacrificar a su único hijo, es la historia de la mayoría de nosotros. “A menudo estamos llamados a sacrificar nuestros propios designios, planes y pensamientos por el bien de los demás. Primero el Covid y ahora el Golpe, podemos ser destrozados —dijo el cardenal Bo—. Pero es el momento de ser como Abraham. Dios nunca nos abandonará. Dios es la luz en medio de las tinieblas que nos rodean”.

¿QUÉ TRANSFIGURACIÓN BUSCAMOS HOY EN MYANMAR?

“Buscamos que toda la confusión, toda la oscuridad, todo el odio desaparezca y que nuestro país, que la famosa Tierra Dorada —señaló el cardenal Bo— se transfigure en una tierra de paz y prosperidad”. Por ello —invitó el purpurado—, recemos por los líderes para que conduzcan a nuestro pueblo fuera de todo tipo de sufrimiento hacia una tierra de paz y prosperidad. “Hoy necesitamos la paz. Necesitamos el Reino de Dios en la tierra. Necesitamos a Jesús, el Príncipe de la Paz en esta nación”. Y recordando las palabras del Papa Francisco, el cardenal Bo dijo que “es importante que se resuelvan todas las diferencias mediante el diálogo. Los que llaman a la confrontación no desean el bien para esta nación. La Cuaresma nos llama a poner un nuevo ser, un nuevo corazón. La Cuaresma nos llama a transfigurarnos en hijos de Dios”.

CONDENA DE LA ONU

El 28 de febrero fue un domingo sangriento en Myanmar. La policía abrió fuego contra los manifestantes anti-golpistas, matando al menos a 18 personas e hiriendo a otras 30. Con ello, se eleva a varias decenas el número de víctimas de la represión militar en Birmania desde el inicio de las protestas en el país tras el golpe de Estado de la Junta el 1 de febrero. “Condenamos enérgicamente la escalada de violencia contra los manifestantes en Myanmar y pedimos al ejército que detenga inmediatamente el uso de la fuerza contra los manifestantes pacíficos”. Así lo afirmó la portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, Ravina Shamdasani, en un comunicado en el que informaba que “según la información creíble recibida, al menos 18 personas han muerto y más de 30 han resultado heridas”.

Según el portavoz de la ONU, también se utilizaron gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento en varios lugares, añade el portavoz de la ONU, que a continuación reiteró que “el pueblo de Myanmar tiene derecho a reunirse pacíficamente y a exigir el restablecimiento de la democracia: estos derechos deben ser respetados por la policía y el ejército y no respondidos con violencia y represión sangrienta”.

BARRICADAS EN LA CAPITAL

Los medios de comunicación locales informan de la intervención de la policía para disolver las manifestaciones en varias ciudades del país. Sin embargo, cientos de personas se negaron a abandonar las calles de Yangon. Muchos levantaron barricadas mientras otros coreaban consignas y canciones de protesta.

EL GOLPE DE ESTADO

Myanmar está sumido en el caos desde que el Ejército tomó el poder a principios de este mes y detuvo a la líder electa del gobierno, Aung San Suu Kyi, y a gran parte de la dirección de su partido, la Liga para la Democracia, que obtuvo el 83% de los votos en las elecciones de noviembre. El golpe, que puso fin a los pasos hacia la democracia tras casi 50 años de gobierno militar, provocó la manifestación de cientos de miles de personas en las calles y la condena de los países occidentales.

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Fuente: www.vaticannews.va

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