Revista Mensaje N° 704. «Una Iglesia sin exclusiones»

Se realiza en México la primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe. Se pone en marcha una metodología pastoral: la sinodalidad, para que el sentir del Pueblo de Dios permee y renueve la vida de la Iglesia.

Desde que se lanzó la Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, el 24 de enero de 2021, el papa Francisco se anticipó a subrayar su novedad: “es la primera vez que se hace”, dijo, matizando que “no es una Conferencia del Episcopado Latinoamericano como se hicieron las anteriores, la última, Aparecida, [de la que] hoy todavía tenemos que aprender mucho” (2). Desde este primer momento, el Obispo de Roma clarificó que la Asamblea Eclesial era “otra cosa”. Estamos, en efecto, ante un acontecimiento inédito en la tradición de la Iglesia latinoamericana y caribeña, pues se trata de “una reunión del Pueblo de Dios: laicas, laicos, consagradas, consagrados, sacerdotes, obispos, todo el pueblo de Dios que va caminando. Se reza, se habla, se piensa, se discute, se busca la voluntad de Dios” (3).

Si bien las expectativas —y la solicitud de la 37ª Asamblea General Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)— apuntaban en un comienzo hacia una eventual VI Conferencia General del Episcopado —en continuidad con las de Río de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007)—, el Papa latinoamericano, conocedor excepcional del Magisterio de la Iglesia en este continente, trazó la ruta hacia una nueva experiencia de cuño eclesial, profundamente sinodal y abierta a la participación del Pueblo de Dios en cada una de sus fases metodológicas.

JUNTO AL PUEBLO DE DIOS Y EN ORACIÓN

De hecho, Francisco propuso dos criterios que han acompañado este tiempo de gracia, de kairós. Por una parte, para que “esta Asamblea no sea una elite”, subrayó que la Asamblea Eclesial debía hacerse “junto al Pueblo de Dios”, del cual todos nos reconocemos parte como bautizados, desde la riqueza y la originalidad de las diversas vocaciones y carismas que el Espíritu ha suscitado en la Iglesia. “Fuera del Pueblo de Dios surgen las elites ilustradas de una ideología, de otra, y eso no es la Iglesia” ha dicho el Papa, recordando que “la Iglesia se da al partir el pan. La Iglesia se da con todos, sin exclusión. Y una Asamblea Eclesial es signo de esto, una Iglesia sin exclusión” (4).

El segundo criterio en el que ha insistido el papa Francisco ha sido la oración, porque “en medio de nosotros está el Señor”. “Que el Señor se haga sentir, desde ahí nuestro pedido para que esté con nosotros” (5), señaló.

EXPERIENCIA SINODAL

Al tenor de estos criterios, la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe ha estado marcada por la experiencia sinodal genuina o, si se quiere, por una original manera de “caminar juntos” —como práctica concreta—, a través de la “línea de tiempo” que fue diseñada para cada una de sus etapas: en la elaboración del Documento para el camino y la Guía metodológica, en un primer momento, que dio lugar a un itinerario espiritual y ha suscitado un amplio proceso de escucha, que permitió reconocer las voces del Pueblo de Dios e inspiró la redacción del Documento de discernimiento que permitirá que la Asamblea sea el lugar propicio para que emerjan nuevos caminos bajo la convicción de que “todos somos discípulos misioneros en salida”.

A propósito de la metodología pastoral que ha sido propuesta para esta Asamblea, el teólogo argentino Carlos María Galli, quien coordina el Equipo de Reflexión Teológico Pastoral del CELAM, destaca que “la sinodalidad no es una moda, es más bien la puesta en práctica del Concilio Vaticano II”, al tiempo que aboga por el reconocimiento de “las ‘perlas finas’ del Pueblo de Dios”, es decir, de aquellas formulaciones que ha hecho el Pueblo de Dios durante el tiempo de la escucha, evitando la fragmentación de sus aportes o, incluso, llegar a postular “convenientes interpretaciones”. El gran desafío de la escucha, en el proceso sinodal, estriba no solo en la capacidad de desatar amplios procesos participativos, accesibles a todos, sino en la necesaria devolución, sin filtros ni cortapisas, del fruto de este ejercicio al Pueblo de Dios.

En lo que respecta al proceso que se ha vivido con la Asamblea Eclesial, más allá del número de personas que se inscribieron para vincularse activamente a la fase de escucha —más de 40.000—, se estima que más de 70.000 se expresaron de manera directa y en torno de 150.000 lo hicieron de modo indirecto. Ante las condiciones impuestas por la pandemia, una buena parte lo hizo a través de la plataforma que se dispuso para este propósito, que permitió recopilar aportes individuales, colectivos y a través de foros temáticos. El resultado de este ejercicio ha dado lugar a una síntesis narrativa de 223 páginas, de acceso abierto, disponible en el sitio web de la Asamblea (6).

Para Mauricio López Oropeza, Director del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del CELAM, quien también ha liderado la comisión de escucha de la Asamblea Eclesial, “la Iglesia se da con todos y con todas, sin exclusión, con una metodología que dé paso al sensus fides del Pueblo de Dios, a la presencia viva del Espíritu Santo en las voces de los hermanos y hermanas que hemos catalogado como los ‘improbables’, es decir, aquellos que dentro de las estructuras de la Iglesia usualmente nunca han sido consultados, o han tenido temor, o aquellos que se han sentido excluidos de algunos espacios eclesiales”.

Este podría ser, sin lugar a dudas, uno de los principales aportes de esta primera Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, al poner en marcha una metodología pastoral concreta, bajo el primado de la sinodalidad, para que el sensus fides del Pueblo de Dios permee y renueve la vida y la misión de la Iglesia. El hecho de contar con más de mil asambleístas convocados a participar en modalidad presencial —algunos— y virtual —la mayoría— en la celebración de la Asamblea en México, del 21 al 28 de noviembre de 2021, a los pies de Nuestra Señora de Guadalupe, suscita grandes expectativas no solo por lo que significa el hecho de abrir la Asamblea Eclesial a un grupo ampliamente representativo y diverso en esta importante instancia de discernimiento y de reflexión pastoral propositiva, sino por el mensaje implícito que sugiere la distribución vocacional de este grupo de asambleístas: 20% obispos y cardenales; 20% sacerdotes y diáconos; 20% religiosos y religiosas; 30% laicos y laicas; y 10% representantes de las periferias geográficas y existenciales.

La opción por una participación eficaz —no obstante esté mediada por tecnologías digitales—, que dé voz y voto a todos quienes sean parte de la Asamblea Eclesial, dice mucho del camino sinodal que se está transitando en América Latina y El Caribe, en torno al reconocimiento de la “mayoría de edad” de todo el Pueblo de Dios y la puesta en marcha de acertadas intuiciones pastorales para propiciar la centralidad de las periferias geográficas y existenciales, como criterio fundamental en la misión evangelizadora de la Iglesia, lo que podría dar lugar a una “lógica del desborde” —en los términos referidos por el papa Francisco en Querida Amazonía (7)— audaz en el reconocimiento de los pobres como auténticos ciudadanos del Reino.

COMUNICACIÓN EN CLAVE SINODAL (8)

El reto de promover dinámicas de participación, de cara a la Asamblea Eclesial, ha implicado la generación de estrategias comunicativas diversas, mediante un abanico de contenidos articulados a cada una de las etapas, en diversos formatos y a través de múltiples canales para propiciar el mayor alcance posible. Todas estas acciones dan cuenta de una comunicación al servicio de la sinodalidad, que se ha propuesto dar la voz —o, quizás, devolvérsela— a todos los bautizados del continente, invitados a “caminar juntos” en este proceso y a asumir su protagonismo en el presente y futuro de la Iglesia.

Esta ha sido, por ejemplo, la motivación principal de la campaña #VozNuestra con la que el CELAM encaminó ingentes esfuerzos en la generación de sensibilidades y sinergias comunicativas, con acentos y rostros propios, desde diversas latitudes, para motivar la participación del Pueblo de Dios en el proceso de escucha y más allá de la escucha.

La posibilidad de contar con testimonios tanto de la pastoral juvenil de Venezuela como de Perú, de laicos, religiosas, religiosos, sacerdotes y obispos desde diversos países, como Brasil, Panamá, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, México, entre otros, pero también de algunas voces de los pueblos originarios —como la del catequista indígena boliviano Rubén Yuco— y de varios sacerdotes y religiosas influencers —como la colombiana Martha Moreno “sor selfie” y el mexicano Javier Garza “fray foto”—, así como de distintos miembros de redes y movimientos, como la familia Schöenstatt en Chile, o de la Generación Francisco en Argentina, nutrieron de sinodalidad las opciones comunicativas que acompañaron el camino hacia la Asamblea Eclesial (9).

Son tan solo algunos ejemplos de los itinerarios que se están transitando para propiciar una comunicación más participativa, articulada, diversa, gestora de comunión, al alcance de todos, con nuevas narrativas y, sobre todo, abierta al protagonismo del Pueblo de Dios. Esta perspectiva ha estado presente en la generación de piezas gráficas, videos, noticias, podcast, noticieros y boletines sobre la Asamblea Eclesial.

Por mucho tiempo se ha considerado que las grandes acciones comunicativas, es decir, aquellas que generan un mayor impacto, pasan por potentes estructuras y por la autoritas de algunas determinadas voces. Con la sinodalidad, vamos descubriendo la necesidad y la oportunidad que representa “ensanchar la tienda” de la comunicación, esto es, abrir nuevos espacios de participación y comunión en la misión de comunicar en la Iglesia.

(1) Doctor en Comunicación Social de la Pontificia Universidade Catolica do Rio Grande do Sul (Porto Alegre); Magíster en Estudios y Gestión del Desarrollo y Licenciado en Educación con especialidad en Ciencias Religiosas de la Universidad de La Salle (Bogotá). Docente-investigador y director de Comunicación y Mercadeo de la misma universidad, donde además integra el grupo de investigación Intersubjetividad y Educación Superior.
(2) Papa Francisco. Videomensaje con motivo del lanzamiento de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe. Disponible en: https://asambleaeclesial.lat/wp-content/uploads/2021/01/ASAMBLEA-ECLESIAL_Boleti%CC%81n-007_ES.pdf
(3) Ibid.
(4) Ibid.
(5) Ibid.
(6) Cf. https://asambleaeclesial.lat/
(7) Cf. Papa Francisco, Querida Amazonía, 105.
(8) Algunas de estas ideas han sido expuestas, de manera más amplia, en el artículo “Comunicación al servicio de la sinodalidad: el aporte de la Iglesia latinoamericana y caribeña”, publicado en la Revista Medellín No. 181 (pp. 243-250).
(9) En la sección de recursos del sitio web de la Asamblea Eclesial, se puede apreciar los videos que se generaron con el apoyo de estas voces del continente latinoamericano y caribeño (cf. https://asambleaeclesial.lat/recursos/).

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Fuente: Artículo publicado en Revista Mensaje N° 704, noviembre de 2021.

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