Los refugiados urbanos y los migrantes en Sudáfrica se enfrentan a una serie de obstáculos a la hora de integrarse, especialmente aquellos que luchan contra dolencias y enfermedades.
Cuando Carl y Fartune entraron en la habitación, a Molline se le iluminó la cara. Estaba encantada de tener a estos dos trabajadores de salud comunitaria del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en su apartamento. “¡Ójala se quedaran conmigo todo el tiempo!”, dice Molline.
Molline y su hermana Melinda llegaron a Johannesburgo hace más de dos años. Desde ese momento, Molline ha estado cuidando a Melinda que sufre de parálisis y complicaciones por el VIH. La necesidad de atención constante y la falta de recursos médicos han complicado su transición como solicitantes de asilo de Zimbabue. Las dos hermanas y el esposo de Molline viven en un apartamento de una sola habitación en un edificio de escaleras inestables. Molline pasa la mayor parte del tiempo cuidando de su hermana, llevándola escaleras arriba y abajo. Aunque ambas mujeres ya habían trabajado anteriormente, la carga de la enfermedad les dejó sin tiempo ni fuerzas para encontrar un empleo, y con apenas capacidad para rehacer sus vidas en un nuevo lugar. Aquí es donde el JRS las encontró.
El JRS pudo ver que Molline y Melinda necesitaban asistencia y les envió a los trabajadores comunitarios de salud, Carl y Fartune. Ellos visitan a Molline y Melinda varias veces por semana. A Melinda le hacen fisioterapia y masajes para que recupere la sensación y el control de sus piernas y aliviarle el dolor. Pero la asistencia que brindan Carl y Fartune va más allá de la mera terapia física y de la asistencia médica básica. Ayudan a Molline a limpiar, se aseguran de que no haya más infecciones bacterianas y le cocinan para que tenga la nutrición que necesita para mejorarse. También ponen en contacto a la familia con otros servicios y la asistencia médica que requieren.
En los pocos meses que Carl y Fartune han estado trabajando con Melinda, han visto resultados milagrosos. Melinda, que hasta ahora apenas podía sentarse, ya puede cogerse del andador y espera poder usarlo como caminador muy pronto.
Con el apoyo de la Oficina para la Población, Refugiados y Migraciones (PRM) del Departamento de Estado de los EE.UU., Carl, Fartune y un equipo de trabajadores de salud comunitaria trabajan en toda la ciudad de Johannesburgo ofreciendo asesoramiento, talleres de sensibilización y grupos de apoyo para ayudar a refugiados y solicitantes de asilo enfermos, algunos de ellos terminales. Los refugiados urbanos y los migrantes en Sudáfrica se enfrentan a una serie de obstáculos a la hora de integrarse, especialmente aquellos que luchan contra dolencias y enfermedades. El proyecto de salud comunitaria del JRS está trabajando para ayudar a refugiados y solicitantes de asilo a eliminar al menos el obstáculo de la gestión de la salud.
Carl, que emigró a Sudáfrica desde Zimbabue, y Fartune, una muy bien preparada enfermera nacida en Somalia, trabajan en el vecindario de Mayfair y utilizan sus habilidades, palabras, amor y entendimiento cultural para moverse por todo el vecindario. Limpian heridas, hacen un seguimiento de los pacientes enfermos, ayudan a los cuidadores a encontrar los recursos adecuados y se aseguran de que tengan acceso a más atención médica. Su dedicación a los usuarios y el amor y acompañamiento que les brindan ya ha tenido un impacto significativo en las vidas a las que se han acercado.
“Me sentía sin expectativas”, dice Molline, refiriéndose a la época antes de que Carl y Fartune entraran en su vida, “pero ahora, tengo esperanza”.
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Fuente: http://es.jrs.net