“Un enfoque que combine el cuidado de nuestro hogar común con el cuidado de nuestros hermanos y hermanas e integre medidas inmediatas con estrategias a largo plazo”.
“Debemos repensar los paradigmas de desarrollo”. Así lo expresó el arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario de Relaciones con los Estados de la Santa Sede, en un videomensaje enviado el 30 de septiembre a la cumbre virtual de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) “Acción urgente sobre la biodiversidad”.
“Un desarrollo verdaderamente integral que integre la promoción del bien común con el respeto de la dignidad humana —afirmó monseñor Gallagher—, solo puede lograrse cuando las políticas de desarrollo están al servicio de la persona humana e incorporan una comprensión holística de las consecuencias ambientales, económicas, sociales y humanas en el uso de nuestros recursos naturales compartidos”.
UNA OPORTUNIDAD
El arzobispo Gallagher, en su discurso, quiso subrayar la importancia de esta Cumbre, que permitió “contemplar con gratitud el don de la creación y examinar seriamente lo que amenaza la extraordinaria riqueza de nuestro planeta”, así como dar “la oportunidad de examinar las causas profundas de la pérdida de la biodiversidad, reconocer los numerosos daños que se derivan de ella y renovar nuestro compromiso común de proteger nuestro hogar común”.
CAUSAS
Entre las causas de la pérdida de la biodiversidad, monseñor Gallagher incluía la expansión agrícola e industrial, la contaminación, incluida la contaminación de los mares con plástico, los ensayos nucleares y los desechos no tratados. También recordó que el aumento de la temperatura de los océanos tiene un efecto devastador en la mayoría de los arrecifes de coral del mundo y que el consumo de combustibles fósiles y la deforestación excesiva son factores clave del cambio climático que conducen a la extinción de especies y a la reducción de la capacidad de recuperación de la naturaleza. Para invertir esta tendencia alarmante, este empobrecimiento de la naturaleza, que provoca un gran sufrimiento humano, especialmente en las regiones más pobres del mundo, es por lo tanto esencial —señaló el arzobispo Gallagher— la protección de las regiones ricas en biodiversidad, como el Amazonas y el Basin del Congo.
UNA RELACIÓN ARMONIOSA
Es necesario, y responsabilidad de todos, “reconocer que todo ser vivo tiene un valor y un propósito intrínsecos y, como tal, debe ser amado”, concluyó el Secretario de Relaciones con los Estados. El desafío para el que estamos llamados a actuar con urgencia es, por lo tanto, el restablecimiento de una relación armoniosa con la naturaleza, en “un enfoque que combine el cuidado de nuestro hogar común con el cuidado de nuestros hermanos y hermanas e integre medidas inmediatas con estrategias a largo plazo, que es lo que el Papa Francisco llamó ‘ecología integral’”.
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Fuente: www.vaticannews.va