¿Y de dónde se puede sacar pan?

Si lo que somos y tenemos lo ponemos en manos de Jesús, la confianza desata dinámicas de solidaridad incontenibles al servicio de la vida.

(Mc 8,1-10) Esta pregunta que los discípulos hacen a Jesús en el descampado, ante la muchedumbre hambrienta, es la pregunta de los padres de familia y de todos los que apostamos por la vida y estamos comprometidos con los sectores populares en medio de esta emergencia humanitaria compleja que vivimos los venezolanos.

Nos sentimos como los discípulos: desafiados a responder al hambre para que haya vida en nuestro país. Muchas veces nos embarga la duda «¿cómo?», porque todo es tan adverso y amenazante. Pero al contemplar el corazón de Jesús, encontramos el vigor de la compasión (com=compartir; pasión=dolor); compartir el dolor, solidaridad en el dolor que da vida plena.

Dos perspectivas se revelan en el diálogo de Jesús y sus discípulos. Los apóstoles, ante el desafío, sienten impotencia; Jesús, ante el desafío, siente compasión y se moviliza. Los discípulos centran su atención en la adversidad y se sienten impotentes; Jesús pone su mirada en la vida amenazada y en las posibilidades de respuesta, por eso pregunta: ¿Con qué contamos?, llevando a los discípulos a tomar conciencia de sus posibilidades y a confiar en su capacidad de respuesta.

Ellos caen en cuenta de que tienen 7 panes (recordemos que 7 simboliza plenitud), es decir, tienen plenas capacidades y posibilidades para responder al desafío. Jesús le ha sanado la mirada sobre ellos mismos y, con su bendición, desata en la muchedumbre un dinamismo de solidaridad. Todos ponen en común lo que tienen.

Señala Marcos que aparecieron peces. Se sentaron en doce pequeñas comunidades a compartir, todos quedaron saciados y sobró. Si lo que somos y tenemos lo ponemos en manos de Jesús, la confianza desata dinámicas de solidaridad incontenibles al servicio de la vida.

Recuerdo que, en abril de 2016, los niños, niñas y adolescentes se nos comenzaron a desmayar en las escuelas, surgieron en nosotros sentimientos encontrados: indignación ante la injusticia, compasión ante el dolor de las víctimas, y, al mismo tiempo, como los discípulos, una gran impotencia ante tamaño desafío. La solidaridad no se hizo esperar. Sacamos nuestros panes y peces y los pusimos en las manos de Jesús, y gracias a esto, hoy, en nuestra parroquia San Alberto Hurtado, estamos atendiendo de lunes a viernes, alrededor de 1.200 niños y niñas, con dos programas de alimentación: el programa San Alberto Hurtado, que atiende a alrededor de mil niños, subsidiando los comedores de las escuelas Luis María Olaso (FyA) y Canaima (AVEC), y el programa Alimenta La Solidaridad de Caracas Mi Convive, que en el Andy Aparicio (FyA) y la comunidad de La Isla, atiende a 220 niños.

Alimenta la solidaridad se ha extendido por varios barrios de Caracas (La Vega, parte alta y parte baja, Carapita, Antímano, Cotiza, Las Mayas y Cota 905), como signo de que la solidaridad es incontenible. Jesús bendice nuestros panes y peces para responder compasiva y solidariamente a la defensa de la vida, mientras quienes se aferran al poder se niegan sistemáticamente a abrir la ayuda humanitaria.

La solidaridad por la vida es nuestra respuesta. Petición: Señor Jesús, danos un corazón compasivo y solidario para responder a nuestros desafíos. Líbranos de la impotencia desmovilizadora. Danos sabiduría y fortaleza para mantenernos firmes. Nos ponemos en tus manos para vencer el mal a fuerza de bien. ¡Sagrado corazón de Jesús, en vos confío!

_________________________
Fuente: http://revistasic.gumilla.org

ARTÍCULOS RELACIONADOS

logo

Suscríbete a Revista Mensaje y accede a todos nuestros contenidos

Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0