Beirut: Una población desangrada, tres meses después de la explosión

El 4 de agosto, un enorme incendio arrasó el puerto de la capital libanesa, matando a 204 personas e hiriendo a 6.500. Tres meses después de esta tragedia, el padre Michel Abboud, presidente de Cáritas Líbano, habla de una situación alarmante.

El Líbano sigue profundamente herido por el fuego y la explosión que devastó Beirut el 4 de agosto. El fuego se desató en el puerto de la capital, causando una doble explosión en un almacén donde se almacenaban enormes cantidades de nitrato de amonio. Parte de la población acusa a los líderes políticos, considerados corruptos e incompetentes, de ser responsables de la tragedia.

La justicia se ha hecho cargo del caso y los representantes de las víctimas, que se han organizado en un Comité de Vigilancia, piden “una investigación justa y transparente, lejos de toda politización, encubrimiento o connivencia política”. El Colegio de Abogados de Beirut ya ha presentado 679 denuncias ante el Tribunal de Justicia en nombre de las familias de las víctimas y los heridos.

LA POBLACIÓN TIENE HAMBRE

El compromiso de Cáritas Líbano, junto a las víctimas desde las primeras horas del desastre, no flaquea. Su presidente, el padre Michel Abboud, describe, tras el shock inicial, una situación de profunda crisis tanto en lo que respecta a la alimentación como a la atención médica, pero también vinculada a la destrucción de viviendas. “Se han destruido casas y escuelas, muchos residentes de Beirut han perdido sus trabajos y la gente necesita comer”, dijo, añadiendo que Cáritas “está en proceso de distribuir cientos de miles de raciones de alimentos”.

“La crisis es ante todo una crisis alimentaria”, pero también es una crisis de salud. “También tenemos un gran problema a nivel médico”, dijo el presidente de Cáritas Líbano. Las clínicas han cerrado, “hay muchos heridos y cada vez más personas con problemas de salud, y necesitamos medicamentos” que son cada vez más difíciles de encontrar, dice.

RECONSTRUCCIÓN

El país también se enfrenta ahora al problema de la reconstrucción. Después de la explosión, familias enteras se encontraron en las calles, tras la destrucción de las casas. Muchas casas aún no han sido restauradas o lo han sido sucintamente y “con la llegada de la lluvia, hay agua entrando en las casas”, deplora el padre Michel Abboud.

Se ha enviado ayuda de países, instituciones y ONG extranjeras al Líbano para apoyar a la gente y “Cáritas ha colaborado con todas las asociaciones locales e internacionales” pero las necesidades son enormes. La reconstrucción y restauración de las casas es un desafío crucial y la ayuda “no es suficiente”, señala el presidente de Cáritas Líbano.

UNA CRISIS EXISTENCIAL

Ya afligidos por un clima político, económico y social perjudicial, los habitantes de Beirut luchan por recuperarse y “la crisis actual es existencial pero también espiritual”. Algunas personas, por reacción, se han alejado de Dios, observa el padre Abboud, mientras que otras, por el contrario, se han acercado al Señor y están en busca de la espiritualidad. “Se esperan muchos sacerdotes en las casas, a pesar del Covid-19, para visitar a los enfermos, llevarles consuelo y darles la comunión”.

En este contexto extremadamente difícil, hay una gran necesidad de “apoyo moral”. Cáritas está trabajando para estar al lado de las familias. “El Líbano no es un país pobre, pero hay mucha gente pobre. Es un país robado por los líderes políticos. Nuestro deber ahora es estar cerca de estas familias, de las personas que han experimentado la injusticia en su país”, dijo el presidente de Cáritas Líbano.

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Fuente: www.vaticannews.va

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