Entrevista al Presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos acerca del debate surgido sobre la exhortación apostólica “Amoris Laetitia” del Papa Francisco.
El cardenal Walter Kasper acaba de cumplir 85 años. Presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y teólogo de fama internacional, el purpurado alemán ha presentado en Roma, junto con el Arzobispo Vincenzo Paglia, su último libro El Mensaje de Amoris Laetitia. Un debate fraterno.
En entrevista para Vatican News, el cardenal Kasper se detiene reflexionando sobre el debate surgido acerca de la exhortación apostólica del Papa Francisco y los frutos de Amoris Laetitia para la familia.
—Cardenal Kasper, en las primeras páginas de su libro, usted subraya que Amoris Laetitia no es una doctrina nueva, sino una renovación creativa de la tradición. ¿Podría explicar este punto?
La tradición no es un lago estancado, sino como un manantial, un río que fluye: es una cosa viva. La Iglesia es un organismo vivo y así se debe traducir la siempre válida tradición católica en la situación actual. Este es el sentido de la actualización de la que hablaba Juan XXIII.
—El subtítulo de su libro es “Un debate fraterno”. Escribe, además, que no hay que tener miedo de los debates, pero añade que “no hay espacio para la acusación de herejía”. ¿Qué cosa le llama la atención de este debate tan acalorado que ha surgido tras la publicación de Amoris Laetitia?
Antes que nada, me gustaría decir que los debates en la Iglesia son necesarios, no hay que tenerles miedo. Sin embargo, en este caso se trata de una polémica demasiado fuerte con una acusación de herejía. Hay que tener en cuenta que una herejía es una tenaz postura que niega un dogma formulado. El Papa Francisco no pone en duda en ningún momento la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio. Antes de decir que se trata de una herejía, haría falta preguntarse cómo entiende el otro esta afirmación.
—Precisamente hablando del punto 351 de Amoris Laetitia sobre la admisión a los sacramentos de los divorciados y vueltos a casar, usted afirma en su libro que esta nota debe ser leída a la luz del Decreto del Concilio de Trento sobre la Eucaristía. ¿Por qué motivo?
El Concilio de Trento dice que en caso de que no haya pecado grave, sino de naturaleza venial, la Eucaristía quita este pecado. Pecado es un término complejo. No es solo el precepto objetivo, sino también la intención, la conciencia de la persona, y hay que mirar en el interior —en el sacramento de la confesión— si existe un pecado grave, un pecado venial o nada. Si se trata de un pecado venial, la persona puede recibir la absolución y de paso la admisión del sacramento de la Eucaristía. Esto se corresponde también con la doctrina del Papa Juan Pablo II, y en este sentido el Papa Francisco continúa sobre la misma huella marcada por el Pontífice precedente. Por eso no veo ninguna razón para decir que esto es una herejía.
—Según usted, ¿cuál es la ayuda más grande que Amoris Laetitia ofrece a las familias de hoy? ¿Cómo se puede poner en práctica este documento en la vida diaria de las familias?
Conozco algunas parroquias, también aquí en Roma, que organizan encuentros con casados o solteros que se están preparando para el matrimonio y que leen algunos fragmentos de esta exhortación apostólica. El lenguaje de este documento está tan claro que todo cristiano lo puede entender. No es una alta teología incomprensible para la gente. El Pueblo de Dios está muy contento con este documento porque da espacio a la libertad, pero interpreta también la sustancia del mensaje cristiano en un lenguaje comprensible.
—¿Por qué según usted, la misericordia es tan importante en el Pontificado del Papa Francisco, incluso mirando hacia el mundo de las familias?
Hoy en día vivimos en un tiempo de violencia inaudita. Muchas personas están heridas, también en los matrimonios hay muchas heridas. La gente necesita de la misericordia, de la empatía, de la simpatía de la Iglesia en estos tiempos difíciles en los que vivimos. Pienso que la misericordia es la respuesta a las señales de nuestro tiempo.
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Fuente: www.vaticannews.va