Colombia: Una victoria con muchas incógnitas

Con la elección del nuevo presidente, Iván Duque, el proceso de paz podría tener retrocesos.

El domingo el candidato de la derecha uribista, Iván Duque, consiguió el triunfo en segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia. El 54% de los votantes respaldó la propuesta del ganador, por encima del 42% obtenido por Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá y ex guerrillero del grupo M-19.

Con esta victoria se cierra el ciclo del presidente Juan Manuel Santos, quien, pese a haber merecido el Nobel de la Paz por haber conseguido la finalización del conflicto armado con las FARC, en agosto dejará la presidencia con escasa popularidad, al punto que es una hipótesis que termine yéndose del país. Santos deja al debe muchos retrasos en el cumplimiento del acuerdo de paz, lo que termina siendo una combinación peligrosa junto con la intención de Duque de rever algunos puntos del tratado, en especial lo referente a la justicia transicional en el caso de crímenes de guerra cometidos por los milicianos de las FARC. El presidente electo dice que no viene para “hacer trizas” el acuerdo, y además su posible revisionismo deberá tener en cuenta el filtro constitucional que ya superó la puesta en marcha de la paz. Dar marcha atrás podrá haber sido un buen argumento para aglutinar votos en sectores de la derecha radical, pero en realidad es sumamente riesgoso alimentar descontentos que pueden engrosar las filas de guerrilleros disidentes que han regresado a la lucha armada como aliados de grupos criminales. Duque deberá decidir si quiere abrir nuevamente la puerta al enfrentamiento armado.

Por otro lado, en Cuba se llevan a cabo negociaciones con la otra guerrilla activa, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Un retroceso en el acuerdo con las FARC puede dinamitar la intención de paz de este grupo, reabriendo una hipótesis de guerra que en las regiones que han sido escenario de enfrentamientos nadie quiere volver a vivir.

Pese a la derrota, Petro consigue cuadruplicar los votos en sectores de la izquierda más moderada y reformista. Un resultado inédito para Colombia, donde las FARC han experimentado escasas adhesiones, al punto de retirar su candidato para las elecciones. Será una oposición que podrá tener la oportunidad de crecer.

Y crecer será también el objetivo de la nueva gestión. Los economistas han señalado siempre que la paz asegura mayores dividendos económicos. Fiel a la receta neoliberal, el nuevo mandatario quiere anclar este crecimiento posiblemente reduciendo la fuerte desigualdad que sigue afectando al país. Será, en realidad, el principal cometido de su gestión. Se abre por tanto una nueva etapa, pero también con muchas incógnitas, ya que ahora que el discurso queda despejado del énfasis proselitista, deberá ajustarse a la realidad. Si es que realmente se quiere asegurar un mejor futuro a los colombianos.

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Fuente: http://ciudadnueva.com.ar

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