No soportas esperar cola en el cine. Te pones nervioso en cuanto el autobús tarda más de cinco minutos. Esperas que te contesten los wasaps en cuestión de segundos. Entonces, eres como casi todos. Eres como yo, un impaciente sociológico. Y, sin embargo, sabes que lo importante requiere su tiempo, que los buenos platos se cuecen a fuego lento. Te gustaría saber esperar… Sentarte cerca del fuego y solamente esperar. Pero no es tan fácil.
La paciencia no es una palabra de moda hoy en día. Suena a consejo de abuela. Y quizá por eso es de las más necesarias. La paciencia supone esperar y respetar los tiempos. Supone desear la llegada de otro y no tener más que hacer que esperar. Desear y esperar.
El Adviento puede ser una buena oportunidad para recordar esto. Ejercitarse en el arte de esperar con paciencia. Desear, imaginar, echar a volar la ilusión por lo que va a llegar… sin que esté en mi mano adelantarlo. Quizá así el corazón esté más preparado para cuando llegue el Momento, para cuando Dios sea Dios-con-nosotros. Quizá así este tiempo no pase inadvertido como una tarea más, como un bus o un wasap más. Quizá así, esta vez sí, vivamos más profundamente esta Navidad.
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Fuente: https://pastoralsj.org