Globalización e identidad nacional

La identidad nacional debe ser vista como un proceso histórico continuo de construcción y reconstrucción de la comunidad nacional.

En este sitio lejano
La gente es pobre, la gente da la mano
No hay orgullo de raza, no hay colonias ni tradición
Siempre ocultando el acento
No hemos sido aplaudidos ni un momento
En el colegio se enseña que cultura es
Cualquier cosa rara menos lo que hagas tú
Los Prisioneros, “Independencia cultural”, 1986.

El tema de la identidad nacional es central en un periodo histórico caracterizado por luchas de identidad. Como se ha demostrado en la literatura especializada que existe más de una identidad nacional, esta es en realidad un tema muy complejo. Adicionalmente, como señala el sociólogo Jorge Larraín, la identidad nacional debe ser vista como un proceso histórico continuo de construcción y reconstrucción de la comunidad nacional; por lo tanto, los cambios en sus partes constituyentes no implican una pérdida de identidad sino un cambio típico en la identidad. Tal vez estemos buscando algo compartido en el presente y el pasado durante esta crisis social y política que comenzó en 2019.

Por lo anterior, me parece preocupante el bajo valor que tienen los chilenos por lo local. Desde hace un tiempo se ha generalizado “avergonzarse” de la producción local en detrimento de lo extranjero. Recuerdo a un convencional que pensó que sería buena idea de cambiar el himno nacional (una idea francamente ridícula), o el bochornoso espectáculo de unas chicas haciendo gestos lascivos con la bandera (¿cómo se pretendía redactar una nueva Constitución, y en consecuencia un nuevo Chile, si se atacaban los símbolos patrios? ¿Qué tipo de proyecto nacional sería ese?). Mi hipótesis es que todas estas manifestaciones finalmente contribuyeron a la derrota del Apruebo junto con otro factor: el aumento de la inmigración irregular al país, lo cual condujo al electorado a preferir la conservación y alejarse de las actitudes “antipatriotas” de la izquierda radical. Este potente símbolo —la bandera— fue reconocido por la izquierda chilena, pero ya era demasiado tarde.

Este desmedro por lo nacional, por otro lado, está en todo ámbito. No solo político. En el fútbol, se prefieren traer jugadores extranjeros de dudoso talento en vez de potenciar a los jóvenes cadetes; en la televisión chilena aparecen “rostros” de origen dudoso en vez de periodistas nacionales talentosos. La mano de obra actualmente en todos los servicios está a cargo de venezolanos, lo cual no es un problema, pero siempre está la pregunta: ¿Dónde está la mano de obra nacional? ¿Por qué el empresario chileno ha decidido evitar aumentar los salarios a los chilenos? Sí, la contratación extranjera en el mercado laboral se debe a la explotación capitalista. ¿Cuántos están quedando sin trabajo por aquello? ¿Qué pasará cuando los extranjeros quieran afiliarse a un sindicato o defender sus derechos para evitar la explotación laboral? ¿Se identificarán como comunistas o agentes “chavistas” por parte de los empresarios?

Por otra parte, la gran cantidad de productos (por no decir todos) importados desde China (país relevante en este proceso de globalización). Toda política industrial en Chile fue abandonada a partir de la dictadura cívico militar. Ha habido muy poco desarrollo industrial, y pareciera que la actual administración no está interesada en cambiar esto.

Chile tiene poco interés en la industrialización debido a su alto nivel de inserción global, que es en realidad el principal compromiso del país con el “desarrollo”. ¿Por qué conformarse con ser una nación de materias primas y servicios? ¿Por qué sería una utopía fabricar —aunque lo sea— platos o automóviles en Chile? Algunos dirán que es muy “caro”, que no se puede “competir”, pero ¿por qué no intentamos crear algo que sea el orgullo de todos? Lamentablemente creo que con el actual Ministro Mario Marcel es imposible tener una política enfocada en la industrialización (y posiblemente en las siguientes). Por cierto, la globalización ha sido simplemente el resultado de que unas pocas naciones industrializadas dominaron el mundo y aparentemente impidieron que las naciones menos desarrolladas lo lograran.

Chile tiene poco interés en la industrialización debido a su alto nivel de inserción global, que es en realidad el principal compromiso del país con el “desarrollo”.

Aunque la élite política con frecuencia no se da cuenta de estos problemas, el público en general tiene una perspectiva diferente. En mi opinión, el nacionalismo puede convertirse en una fuerza potente en el futuro. En escritos anteriores, he argumentado que el “Chile periférico”, particularmente en el norte de nuestro país, tiene el potencial de dar lugar a un movimiento ciudadano que defienda un nacionalismo excluyente frente a una afluencia tan grande de inmigrantes irregulares. Esto se debe a que, en mi opinión, la política migratoria de Chile ha sido un completo fracaso. En realidad, no existe una política definida; más bien, hay un “movimiento espontáneo” impulsado por las necesidades tanto del inmigrante (en búsqueda de un mejor lugar para vivir) y el mercado capitalista chileno. Empresarios que buscan reducir la inversión y la productividad, pero a riesgo de costos futuros (sugiero leer las ediciones del diario La Tercera, El Mercurio y La Segunda de 2001 en adelante que da cuentan de este fenómeno). Sin embargo, el movimiento espontáneo ha sido difícil, particularmente en algunos barrios y zonas del país. Por ejemplo, Estación Central o Alto Hospicio son los peores ejemplos de la desastrosa política de inmigración de Chile (gente viviendo hacinada en departamentos, problemas de convivencia o la creación de ghettos culturales), generándose varias asociaciones peligrosas: delincuencia, igual migración. Sin duda, el director de Migraciones, Luis Thayer, enfrenta un reto en la integración de los inmigrantes porque pocas veces aparece en los medios para explicar ciertos temas, como la inmigración irregular y el atraso en la emisión de visas a los migrantes regulares, entre otros.

El valor de lo nuestro o, mejor dicho, reaprender a valorarlo, debe invocarse para abordar la cuestión de la identidad nacional o de las identidades nacionales. No acepto la idea de que lo chileno es “penca”, “malo”, “mediocre”, etc. Como han señalado pensadores de izquierda, pensar en la identidad nacional y valorar lo nacional no es lo mismo que “fascismo”. Los medios de comunicación y el Ministerio de Educación tienen la obligación en otorgar más visibilidad a la cultura chilena, con sus poetas, músicos, artistas plásticos, intelectuales que, en la generación actual de 20 años de edad, por ejemplo, poco conocen.


Imagen: FreeImages.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

logo

Suscríbete a Revista Mensaje y accede a todos nuestros contenidos

Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0