“La Iglesia necesita que todos nosotros seamos profetas”

El Papa Francisco ha reflexionado sobre la Primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles.

«El verdadero profeta es capaz de llorar sobre el pueblo que no lo escucha», ha dicho el Santo Padre Francisco.

La mañana del 17 de abril, el Papa ha reflexionado en la misa matutina en la Casa de Santa Marta sobre la Primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles.

El Papa ha hablado de san Esteban: «La Iglesia —dice el Santo Padre— necesita que todos nosotros seamos profetas», y ha comentado: «cuando el profeta llega a la verdad y toca el corazón, el corazón se abre o el corazón se vuelve de piedra, y se desencadena la rabia, la persecución. Así termina la vida de un profeta».

Asimismo, el Pontífice ha observado que, así como los profetas anteriores habían sido perseguidos por sus padres, también estos ancianos y escribas con sus corazones que «se consumían de rabia» se lanzaron contra Esteban, «y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon».

VERDAD INCÓMODA

La verdad muchas veces es incómoda y no es agradable de escuchar: el Santo Padre Francisco recuerda que «los profetas siempre han tenido estos problemas de persecución para decir la verdad».

«Pero, ¿cuál es para mí la prueba de que un profeta cuando habla en voz alta dice la verdad? —ha planteado el Papa—. Es cuando este profeta es capaz no solo de decir, sino también de llorar sobre el pueblo que ha abandonado la verdad. Y Jesús, por una parte, le reprocha con esas palabras duras: “Generación perversa y adúltera”, dice, por ejemplo; y por la otra parte, llora por Jerusalén. Esta es la prueba: un verdadero profeta es aquel capaz de llorar por su pueblo y también de decir cosas fuertes cuando debe decirlas. No es tibio, es siempre así: directo».

PROFETA DE LA ESPERANZA

Pero el verdadero profeta no es un «profeta de desventuras» —precisa el Santo Padre—. «El verdadero profeta es un profeta de la esperanza»:

«Abrir puertas, sanear las raíces, restaurar la pertenencia al pueblo de Dios para seguir adelante. No es “por oficio” un reprochador… No, él es un hombre de esperanza. Reprocha cuando es necesario, y abre las puertas mirando el horizonte de la esperanza. El verdadero profeta, si hace bien su trabajo, se juega la piel».

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Fuente: https://es.zenit.org

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