Líbano: Volver a la infancia

El Centro del Servicio Jesuita a Refugiados Frans van der Lugt, entiende las necesidades de los refugiados sirios y ha desarrollado programas específicamente para jóvenes refugiados que quieren continuar su educación.

Se puede oír una algarabía procedente de la calle. Alegres exclamaciones y risas resuenan entre el edificio y el callejón. Así se escucha a las niñas y los niños durante el recreo mientras juegan a las casitas, imaginan cosas, hacen girar las peonzas o trepan por los columpios.

Estas voces fueron las que Amineh, una refugiada siria, escuchó tras mudarse a un apartamento nuevo, aunque pequeño, colindante al Centro del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) Frans van der Lugt (FVDL) en Bourj Hammoud.

El municipio de Bourj Hammoud, al noreste de la capital del Líbano, es un barrio mayoritariamente armenio, en el que se establecieron muchas personas tras huir del genocidio armenio [hace cien años]. Ahora, el área también es el hogar de cristianos iraquíes y refugiados sirios.

Para las niñas y los niños refugiados en el área, acceder a una educación adecuada puede ser un importante desafío. Las niñas y los niños refugiados sirios pueden matricularse en la secundaria de la escuela formal libanesa, pero muchos no están en condiciones de seguir el ritmo del curso ya que llevan tiempo sin escolarizarse.

El Centro FVDL, así llamado en honor al padre Frans van der Lugt sj, entiende las necesidades de los refugiados sirios en el área y ha desarrollado programas específicamente para jóvenes refugiados que quieren continuar su educación.

Cuenta con dos turnos (mañana y tarde): uno de los programas ofrece educación primaria y preescolar a estudiantes que de otro modo no podrían asistir a la escuela; el otro, es solo matutino y es para estudiantes de secundaria ya matriculados en el sistema escolar libanés y que necesitan clases de repaso antes de ir a clase por la tarde.

Para las niñas y los niños refugiados, la oportunidad de seguir una educación va más allá de un mero desarrollo académico. “La escuela es el lugar más seguro para las niñas y los niños”, explica Gassia Tenekejian, coordinadora pedagógica del Centro FVDL del JRS.

El FVDL es un espacio donde los estudiantes pueden recuperarse de los traumas del pasado y donde están protegidos de los riesgos que corren las niñas y niños durante el desplazamiento: la trata de personas, el trabajo infantil o el matrimonio precoz.

Estas fueron algunas de las razones por las que Amineh sabía que era esencial inscribir a sus hijos en el Centro. Sabía que era un lugar seguro donde sus hijos podrían prosperar, reconstruir la esperanza y recuperar una parte de la infancia que la violencia y el conflicto les habían robado.

Las risas y los rostros iluminados de los estudiantes del Centro FVDL, mientras juegan durante el recreo, confirman su camino hacia un futuro nuevo y brillante: el que ofrece a cada niño, incluso a los desplazados, una educación.

* Para visitar nuestra página de campaña del Día Mundial de los Refugiados, haz clic aquí. Si estás interesado en ayudar a la educación de las niñas y los niños refugiados, haz clic aquí.

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Fuente: http://es.jrs.net

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