Migración: El rostro humano de la globalización

Los procesos de creciente comunicación e intercambio entre las naciones hacen que la migración se transforme en un fenómeno permanente. Debemos crecientemente comenzar a preocuparnos de la dimensión cultural de ella e ir promoviendo el intercambio de valores y un mejor diálogo entre las comunidades de migrantes y las comunidades locales.

El fenómeno de la globalización ha sido un gran estimulante para que personas de los más variados lugares del planeta decidan migrar, existiendo varios factores que impulsan ese proceso. El desarrollo de las redes sociales y de Internet ha acercado el mundo a miles de jóvenes que buscan conocer culturas y desarrollar diversas oportunidades. Los medios de transporte modernos han hecho que desplazarse de un lugar a otro sea mucho más sencillo, rápido y económico que en ningún otro momento de la historia. En las mismas redes sociales hoy en día muchos encuentran conocimiento y apoyo para adoptar decisiones de migración. Han surgido numerosas asociaciones sin fines de lucro, y también algunas con fines comerciales, dedicadas a facilitar los flujos laborales y que manejan los muchos aspectos legales y organizativos de la migración. Las redes familiares se han intensificado con la formación de familias transnacionales, cuyos miembros viven y participan en trabajos remunerados en diferentes países, asumiendo variedad de acuerdos y estrategias de supervivencia(1).

Por tanto, parece de toda lógica que la globalización, con sus políticas de liberalización asociadas, diera como resultado un aumento masivo de la movilidad de la mano de obra a través de las fronteras, como ocurre tan evidentemente hoy en el caso del capital y la tecnología. Castles(2) sostiene que la migración internacional es una parte integral de la globalización. Esta la ha facilitado a través de mejores comunicaciones y medios de transporte, mientras que el aumento de los flujos de comercio e inversión incide en un mayor interés y conciencia acerca de la migración.

En algunos estudios se describe cómo cuatro fuerzas principales están impulsando esta era global: tecnología, viajes, comercio y televisión. Estas cuatro «T’s» (technology, travels, trade and TV) han preparado el terreno para una experiencia más colectiva. Cada vez más de nosotros compartimos gustos comunes en comidas, moda y diversión. Casi dos mil millones de pasajeros vuelan en las líneas aéreas cada año y más de mil millones de nosotros hablamos el idioma global: el «inglés chamullado». La gente ve las mismas películas, lee las mismas revistas y baila los mismos bailes desde Boston a Bangkok a Buenos Aires(3).

Ciertos aspectos de la globalización han sido particularmente importantes para acelerar el movimiento del trabajo. Los grandes cambios en la tecnología y las comunicaciones han diseminado la información, afectando la percepción de las personas sobre las opciones de vida. El conocimiento de las condiciones sociales en los países se ha vuelto cada vez más disponible. La reducción real y simbólica tanto del tiempo como de la distancia han creado poderosos incentivos para que las personas se muevan.

Sin embargo, así como flujos transnacionales de todo tipo han impulsado la globalización, se da muchas veces la contradicción de que los mismos Estados se resisten a políticas desregulatorias para el tránsito de personas.

AMPLIAR EL FOCO DE NUESTRA ATENCIÓN

El Banco Mundial(4) ha expresado que mientras los países tratan de promover mercados integrados vía liberalización del comercio e inversión, también se han opuesto a eliminar barreras legales para el ingreso de extranjeros a sus territorios nacionales. De hecho, las políticas de inmigración se están volviendo más estrictas a medida que los Gobiernos intentan minimizar los impactos económicos, culturales y de seguridad de los grandes movimientos de personas. El tema de la migración es motivo de permanente debate, y las relaciones entre los locales y los que llegan no son siempre las más armoniosas.

La comunicación entre las personas casi siempre se efectúa de acuerdo a ciertos cánones culturales o tradiciones. Los que llegan tratan de aprender y asimilar esas tradiciones para comunicarse mejor, pero también los locales pueden adquirir tradiciones y costumbres de quienes vienen de afuera. Esto produce efectos en el lenguaje, la vestimenta, la cocina, la música y otros ámbitos de la cultura. Las sociedades se vuelven más multiculturales.

El Informe de Desarrollo Humano del PNUD, nos advertía ya el año 2009 que la migración mundial será un proceso permanente y que incluso seguiría creciendo, subrayando que «la historia y la evidencia contemporánea sugieren que el desarrollo y la migración van de la mano».

En consecuencia, si sabemos que inevitablemente nuestro país seguirá siendo un receptor neto de migrantes, no solo deberíamos prestar atención a los temas regulatorios ni únicamente a sus aspectos económicos. Si bien toda política migratoria debe lograr una gestión ordenada de los flujos migratorios, también debe esforzarse por integrar de forma exitosa a los inmigrantes. Por tanto, debemos crecientemente comenzar a preocuparnos de la dimensión cultural de la migración e ir promoviendo el intercambio de valores y un mejor diálogo entre las comunidades de migrantes y las comunidades locales. Las políticas económicas y sociales desarrolladas por los Gobiernos, a nivel nacional y local, deberían prestar más atención al aprendizaje de los valores y las tradiciones culturales. Esto contribuirá a crear mejores políticas para hacer frente al creciente flujo de inmigrantes, y enriquecer a la sociedad toda.

PERCEPCIÓN SOBRE LA INMIGRACIÓN

En una encuesta reciente, realizada en catorce países(5), se preguntó a los ciudadanos qué porcentaje de la población creían que era inmigrante. La respuesta promedio fue que era del 24%, es decir, algo más del doble que la cifra real. En algunos países la desviación era extrema. En EE.UU., la proporción de población inmigrante percibida era del 32% (12% en la realidad) y en Italia, del 30% (la cifra real era del 7%). En otro sondeo se interrogaba a los británicos sobre la composición de la inmigración, distinguiendo entre inmigrantes de origen comunitario y otros procedentes de fuera de la UE(6). De nuevo, la percepción y la realidad difirieron: se creía que un 25% de los inmigrantes eran de la UE, cuando en realidad lo eran un 37%. Probablemente, resultó así porque cuando el inmigrante es más semejante a nosotros, tendemos a no percibirlo como tal. Si además se trata de fenómenos relativamente recientes, como los refugiados por motivos políticos, los sesgos aún son mayores. Según el estudio «Humanitarian Index» de 2016(7), los alemanes y los franceses creían haber acogido cinco veces más refugiados sirios de los que realmente habían recibido.

En Chile, si nos dejamos guiar por las redes sociales, muchos pensarían que la principal migración hoy es la haitiana y no reconocerían que ella está varios puntos por debajo de la venezolana o la colombiana.

TODOS GANAMOS

¿La inmigración es buena o mala? Algunos argumentan que los inmigrantes inundan las fronteras, roban trabajos, son una carga para los contribuyentes y amenazan la cultura indígena. Otros dicen lo contrario: que impulsan el crecimiento económico, compensa la escasez de algunas habilidades y ayuda a crear una sociedad más dinámica. Un interesante informe de una prestigiosa consultora económica internacional señala que las empresas con más diversidad étnica y racial son más propensas a tener rendimientos financieros por encima del promedio de su industria nacional, siendo más rentables. Añade dicho informe que la diversidad es un diferenciador competitivo que da lugar a la innovación promoviendo un pensamiento creativo, lo que conlleva a mejorar los resultados(8). Variados son los estudios que demuestran que las compañías con equipos socialmente diversos (de raza, etnia, así como también género y orientación sexual) tienen un mejor desempeño sobre los equipos homogéneos. Los grupos heterogéneos mejoran la participación en el mercado y fomentan el éxito en mercados nuevos; asimismo, logran un nivel más alto de colaboración.

La evidencia muestra claramente que los inmigrantes brindan beneficios económicos significativos. Sin embargo, existen costos económicos y sociales a corto y largo plazo. Al igual que en los debates sobre comercio, donde los instintos proteccionistas tienden a abrumar la necesidad a más largo plazo de sociedades más abiertas, el papel central que desempeñan los inmigrantes en el desarrollo económico a menudo es abrumado por medidas defensivas para mantenerlos alejados. Es necesario encontrar una solución a través de políticas que permitan que los beneficios compensen los costos. Las investigaciones realizadas en diferentes países sobre el impacto fiscal neto de la inmigración muestran que los inmigrantes contribuyen significativamente más en impuestos, que los beneficios y servicios que reciben a cambio. Por tanto, todos ganamos.

LA NECESIDAD DE UN MARCO INTERNACIONAL

Mientras las fronteras cada vez son más difusas para los bienes y los capitales, las personas siguen separadas por fuertes barreras. El ritmo y el alcance de la globalización en las últimas décadas han excedido las expectativas de todos los seguidores, incluso de los menos entusiastas. Los consumidores y las empresas se han separado de sus contextos locales y nacionales para mezclarse en mercados cada vez más globales. Este nexo ha traído tanto oportunidades como dificultades, distribuidas de manera desigual en todo el mundo. Por supuesto, las oportunidades que ofrece la globalización no se distribuyen equitativamente entre los mercados. Y, mientras no se gobierne adecuadamente también habrá una distribución inequitativa entre los distintos factores. Mientras se permita la libre y global movilidad de los capitales, pero se restrinja la movilidad de las personas, la globalización seguirá siendo poco equitativa. Es necesario avanzar hacia modelos de gobernanza global.

La comunidad internacional no ha concordado aún en contar con un organismo que apoye una política universal de migración internacional, del modo como el libre comercio ha sido apoyado y regulado por la Organización Mundial del Comercio (OMC), o la movilidad de capitales por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

A medida que las contradicciones de la migración internacional se agudizan bajo una mayor globalización económica, los países emisores y receptores de migrantes tendrán que aceptar un marco universal de migración internacional bajo el cual se pueda regular la oferta y la demanda de diversos tipos de trabajo. Pero el tema de la gobernanza internacional de las migraciones internacionales supera con creces las pretensiones de este artículo y esperamos referirnos a él en la próxima edición de revista Mensaje. MSJ

(1) Salazar Parrenas, Rhacel «Servants of Globalization: Women, Migration and Domestic Work», 2001.
(2) Castles, Stephen, «International Migration and the Global Agenda: Reflections on the 1998», UN Technical Symposium, 1999.
(3) Marquardt, Berger «The Future: Globalization and New Roles for HRD», 2003.
(4) Banco Mundial, «Globalización, Crecimiento y Pobreza: Construyendo una economía mundial incluyente», 2002.
(5) Ipsos MORI, «Perceptions are not reality: Things the world gets wrong», 2014.
(6) Ipsos, MORI, «European Union, the Perils of Perception», 2016.
(7) Aurora Humanitarian Initiative, «Humanitarian Index», 2016.
(8) McKinsey&Company, «Diversity Matters», 2015.

_________________________
Fuente: Artículo publicado en Revista Mensaje N° 674, noviembre 2018.

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