Distinguir los espacios y los lenguajes, hace posible que la propuesta evangelizadora sea mejor acogida.
El Obispo Auxiliar de Santiago, monseñor Cristián Roncagliolo, recordó en este Undécimo Domingo del Tiempo Ordinario, que Chile vive un tiempo marcado por un proceso político y llamó a los cristianos a hacerse cargo de las diversas realidades que enfrenta la sociedad actual.
Monseñor Roncagliolo comenzó su homilía sosteniendo que “hay un ejercicio permanente de Jesús para ser comprendido por sus interlocutores. El Señor no da por supuesto que quienes lo escuchan tienen las categorías para entender sus palabras o hablar su idioma”, por lo que agrega que Dios “se abaja, se hace uno más, camina con ellos y se esfuerza por ocupar las categorías de su tiempo para dar a conocer el mensaje que quiere entregar”.
A lo anterior, manifestó que esta actitud de Jesús, se contrasta con la de muchos católicos que, al momento de enfrentar las vicisitudes y complejidades de nuestra cultura, no saben ser hábiles para entrar en diálogo a partir de las categorías de los otros: “Muchas veces, pretendemos que todos son cristianos y les hablamos en nuestro idioma, sin hacernos cargo de las dificultades culturales y la secularización”.
Sobre la interrogante de cómo anunciar la fe a las nuevas generaciones y cómo evangelizar al mundo de hoy, el obispo señaló: “El Evangelio de hoy nos plantea un camino pedagógico no fácil, quizás más lento y riesgoso, pero del todo acertado para penetrar la cultura actual y que me atrevo a asociar, al menos, a tres verbos: conocer, distinguir y anunciar. Jesús conoce la realidad de sus interlocutores porque camina con ellos. El Señor no les habla desde el olimpo, sino que, desde la cercanía cotidiana, lo que hace que sus contemporáneos estén mejor dispuestos a escucharlo”.
Añadió: “El Señor sabe distinguir los espacios. No les habla a todos de la misma manera. No podemos pretender que el lenguaje usado en un púlpito o el señalado en la catequesis ha de ser igual que el que usamos, por ejemplo, en el encuentro con el mundo político y social o en el trabajo con los jóvenes. Distinguir los espacios y los lenguajes —y hacer el ejercicio—, hace posible que la propuesta evangelizadora sea mejor acogida”.
Al final de su exhortación, invitó a no perder de vista que el norte de la Iglesia es anunciar y sembrar el Reino de Dios y llamar a la conversión: “El Señor no se deja seducir por los pensamientos dominantes ni se deja embaucar en el camino. Su inserción en la cultura no es para ser moda, sino fermento, para penetrar el corazón de la persona, hablándole con la verdad, pero en sus propias claves existenciales. Todo esto nos recuerda que, ante todo, el Reino es un don de Dios y obra suya”.
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Fuente: www.iglesia.cl