Es crucial abogar por una comunicación responsable que evite la generalización y estigmatización de comunidades enteras.
La incidencia delictiva perpetrada por individuos extranjeros en Chile constituye un fenómeno de naturaleza compleja, demandante de un examen analítico riguroso y desprovisto de emocionalidad. El más reciente caso de secuestro del empresario chileno Rudy Basualdo en la localidad de Rancagua destaca la necesidad imperante de comprender las dinámicas subyacentes en tales acontecimientos y su repercusión en la percepción de la ciudadanía.
Resulta innegable que sucesos como el mencionado suscitan una marcada inquietud entre la población. La seguridad personal y el bienestar emergen como inquietudes centrales, y cuando la actividad delictiva se vincula con la presencia de grupos extranjeros, se intensifica la percepción de amenaza. Este tipo de acontecimientos no solamente incide en la sensación de seguridad, sino que también contribuye al incremento del temor y la desconfianza hacia individuos de otras nacionalidades.
La interrelación entre la incidencia de delitos perpetrados por individuos de origen extranjero y la xenofobia presenta una complejidad digna de un análisis detenido. La xenofobia, en este contexto, se define como un sentimiento de perturbadora extrañeza hacia el otro, aquel que no forma parte del grupo referente, instigando a una distinción clara entre “nosotros” y “ellos”. Este fenómeno interno no se manifiesta necesariamente en comportamientos violentos, sino más comúnmente en forma de opiniones, prejuicios o actitudes de evitación, discriminación y rechazo (Tort i Chavarría, 1994).
La cohesión interna de un grupo se fundamenta tanto en la salvaguarda de intereses socioeconómicos como en una desconfianza ancestral hacia comunidades foráneas. La manifestación de la sociabilidad civilizada, arraigada en valores universalistas y cosmopolitas, contrasta con una expresión más primitiva e instintiva de sociabilidad que tiene como objetivo preservar la vida y la identidad tribal mediante la promoción de sentimientos de superioridad y la exclusión de grupos rivales arbitrariamente homogeneizados y caracterizados por diversos estereotipos.
Desde una óptica diferente, al considerar la xenofobia como un componente ideológico que legitima ciertos mecanismos de poder, al mismo tiempo que se percibe como una reacción cautelosa y defensiva ante identidades que se sienten amenazadas por actores extranjeros, se sitúa su origen en representaciones e imágenes completamente subjetivas o en racionalizaciones. Estas, sin importar su conexión con la realidad, pueden ser reforzadas por elementos objetivos y racionales.
Desde esta perspectiva, conforme a la visión del sociólogo catalán Francesc Tort i Chavarría (1994: 145), se postula que la segregación social de las minorías étnicas surge históricamente como un desenlace de las dinámicas de poder entre distintos grupos. Estos efectos se evidencian de manera más evidente y enérgica cuando coinciden con disputas por intereses materiales o en momentos de incertidumbre económica. Un ejemplo paradigmático radica en la rápida propagación del racismo durante situaciones de crisis, recesión o desempleo, dada la existencia latente de las condiciones propicias para su manifestación.
En el marco de una coyuntura caracterizada por crisis social, política y el estancamiento económico, todos los elementos previamente mencionados convergen en la gestación de una actitud de rechazo hacia individuos extranjeros. Aun cuando algunos de estos individuos se encuentren implicados en organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas, de personas y a la extorsión, es imperativo reconocer que no todos aquellos de origen extranjero participan en actividades ilícitas. Emitir generalizaciones basadas en casos particulares puede resultar en la estigmatización de comunidades enteras. No obstante, es innegable que la conexión de bandas extranjeras con delitos graves contribuye a la intensificación de prejuicios y animadversiones hacia aquellos provenientes de otras latitudes.
En el presente contexto, resulta de importancia resaltar cómo estos eventos pueden generar impactos en el ámbito político. La sorpresa electoral asociada al incremento de la derecha radical (léase Partido Republicano) se configura como una eventualidad que no debe menospreciarse. La ciudadanía, en su indagación de respuestas y soluciones, puede dirigirse hacia propuestas que ofrecen medidas más rigurosas y sancionadoras, especialmente en el ámbito migratorio. En las elecciones presidenciales de 2017, se observó que el entonces candidato José Antonio Kast planteó la idea de construir una zanja para controlar la llegada de inmigrantes, especialmente aquellos provenientes de diversos países latinoamericanos, como Venezuela. Asimismo, se destacan las declaraciones de Evelyn Matthei, quien, en su papel de alcaldesa de Providencia y ante el aumento de robos en su comuna por parte de “motochorros” venezolanos, propuso la expulsión de estos delincuentes y sus familias.
La ciudadanía, en su indagación de respuestas y soluciones, puede dirigirse hacia propuestas que ofrecen medidas más rigurosas y sancionadoras, especialmente en el ámbito migratorio.
La respuesta a estos desafíos no debería ser simplista ni impulsada por el miedo. La adopción de políticas más restrictivas puede tener consecuencias negativas tanto en términos de derechos humanos como en la integración efectiva de las comunidades extranjeras. Es crucial abogar por enfoques balanceados que aborden las causas subyacentes de la criminalidad, incluyendo factores socioeconómicos y de integración social.
El papel de los sociólogos en este contexto es fundamental. Debemos contribuir a desmitificar la relación entre criminalidad y nacionalidad, ofreciendo análisis basados en datos empíricos y contextuales. Además, es crucial abogar por una comunicación responsable que evite la generalización y estigmatización de comunidades enteras.
En consecuencia, el secuestro de Rudy Basualdo y la criminalidad extranjera en Chile son fenómenos que exigen una comprensión profunda y desprovista de prejuicios. La ciudadanía debe ser consciente de la complejidad de estos problemas para evitar caer en discursos simplistas que alimenten la xenofobia. Los sociólogos desempeñan un papel crucial al proporcionar análisis fundamentados que contribuyan a la construcción de soluciones equitativas y efectivas para todos los miembros de la sociedad.
REFERENCIAS
— Tort i Chavarría, Francesc. «Sociopatología de la xenofobia y de los nacionalismos». Papers: revista de sociologia, 1994, Núm. 43, p. 139-147, https://raco.cat/index.php/Papers/article/view/25219
Imagen: Pexels.