Papa a jóvenes: “Hablen, no se dejen callar, ayúdennos a que la Iglesia no sea la Santa Abuela Iglesia”

Siempre sucede. Este Papa es un enamorado de la juventud. Le encanta el contacto con los jóvenes, provocarles, invitarles a ‘hacer lío’. Eso mismo hizo ante una riada de chicas y chicos, que acompañaron a Francisco hasta el templo de Maipú, el lugar “donde se fundó la historia de Chile”, a quienes anunció la celebración de un encuentro mundial de jóvenes, una semana antes del Sínodo de la juventud.

“El Sínodo lo hacemos los obispos, pero ya saben… le tengo miedo a los filtros”, se confesó Francisco. “A veces las opiniones de los jóvenes, para llegar a Roma, tienen que hacer muchas conexiones, pasar por muchos filtros. En ese encuentro van a ser ustedes los protagonistas”. Jóvenes católicos y no católicos, cristianos y de otras religiones, “y jóvenes que no saben si creen o no creen”.

Porque, añadió, “es importante que ustedes hablen, que no se dejen callar (…). Y lo van a poder hacer. Ayúdennos a que la Iglesia tenga un rostro joven, que no sea la Santa Abuela Iglesia”, pidió Bergoglio. “Un rostro real, lleno de vida, sin maquillajes. Necesitamos que nos interpelen. Después, prepárense para las respuestas, pero la Iglesia necesita que ustedes saquen el carnet de mayores de edad, y tengan el coraje de decirnos ‘esto me gusta, eso no va, esto no es un puente sino una muralla’. Que nos digan lo que sienten y lo que piensan”.

“La Iglesia necesita que nos muevan el piso, que nos ayuden a estar más cerca de Jesús”, rogó Francisco, que pidió a los jóvenes compartir “los sueños de libertad, de alegría, de un futuro mejor. Esas ganas de ser protagonistas del cambio”.

“Yo sé que el corazón de los jóvenes chilenos sueña. Y sueña a lo grande, no solo cuando están un poco ‘curaditos’, no, siempre sueñan a lo grande”, proclamó, recalcando la necesidad de “seguir la aventura de la fe”, que “invita a transitar por paisajes increíbles. A ustedes les gustan las aventuras y los desafíos”.

Haciendo referencia a la patria, el Papa resaltó que “mirar hacia el horizonte se tiene que hacer con los pies en la tierra. Y si ustedes no aman a su patria, no les creo que lleguen a amar a Jesús y lleguen a amar a Dios”. En ese momento, se le voló el discurso, aunque Francisco no tenía la más mínima intención de seguirlo al pie de la letra. “Si no son patriotas, no patrioteros, no van a hacer nada en la vida. Quieran a su Chile, den lo mejor de ustedes por su Chile”.

“Ustedes son inquietos, buscadores, idealistas. El problema lo tenemos los grandes, que cuando escuchamos estos ideales e inquietudes, con cara de sabihondos decimos: ‘Piensa así porque es joven, ya va a madurar’. O peor, ‘ya se va a corromper’. Detrás de eso se esconde la corrupción”.

“Madurar es hacer crecer los sueños y las ilusiones, no bajar la guardia y dejarse comprar por dos chirolas (…). Madurar no es aceptar la injusticia ni creer que nada podemos hacer, que todo siempre fue así. ¿Para qué vamos a cambiar si siempre se hizo así? Eso es corrupción”, gritó.

“La verdadera madurez es llevar adelante los sueños e ilusiones, juntos, confrontándose, discutiendo, pero siempre mirando hacia adelante. No vendan esas ilusiones, ¿está claro?”, preguntó al aire, que le devolvió un inmenso ‘Sí’.

Recordando una conversación con un joven sobre la falta de conexión a internet, el Papa trazó un paralelismo con la fe en Jesús. “Con la fe nos pasa lo mismo (…) Después de un tiempo, hay momentos en que empieza a bajar nuestro ancho de banda, despacito… y aquel entusiasmo, el querer estar conectados con Jesús, se empieza a perder, y empezamos a quedarnos sin conexión, sin batería. Y entonces nos gana el mal humor, nos volvemos descreídos, tristes, sin fuerza, y todo lo empezamos a ver mal”.

“Sin conexión, sin la conexión con Jesús, terminamos ahogando nuestras ideas, nuestros sueños, nuestra fe”, advirtió el Papa. “Y entonces quedamos desconectados de la realidad y de lo que está pasando en el mundo. Y sentimos que quedamos fuera del mundo, en ‘mi mundito’, donde estamos tranquilos, en mi sofá”, porque “no tienen nada que aportar”.

Que no sea así, pidió Bergoglio. “Nunca pienses que no tienes nada que aportar, o que no le haces falta a nadie. Le haces falta a mucha gente, pensadlo en vuestro corazón. Yo le hago falta a mucha gente”. “El ‘no le hago falta a nadie’ es el consejo del diablo, para que nada cambie”.

“El mundo te necesita, la patria te necesita, la sociedad te necesita. No pierdas la conexión”, insistió el Papa, quien echó mano de san Alberto Hurtado para ofrecer a los jóvenes “la contraseña”, llegando a pedir que la anotaran en el teléfono. “Es un símbolo, cojan el celular, yo se la dicto. Es muy sencillo: ‘¿Qué haría Cristo en mi lugar?’. En la escuela, en la universidad, en la calle, en la casa, entre amigos, en el trabajo, frente al que le hace bullying… Cuando salen a bailar, están haciendo deportes… ¿qué haría Cristo en mi lugar? Esa es la batería para encender la fe y la chispa en los ojos… Eso es ser protagonistas de la historia”.

“Y la única manera de no olvidarse de la contraseña es… usarla (…). Carguen la contraseña en el corazón”, continuó el Papa, “y el día menos pensado el corazón de cada uno de ustedes latirá como el corazón de Jesús”. Porque “no basta con escuchar alguna enseñanza religiosa o aprender una doctrina, lo que queremos es vivir como Jesús vivió”.

“Queridos amigos: sean valientes, salgan altiro al encuentro con sus amigos, y vayan con la única promesa que tenemos. En medio del desierto, del camino de la aventura, existirá un cargador, no estaremos solos”, culminó, volviendo a preguntar dos, tres cuatro veces… “¿Cuál es la contraseña?”.

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Fuente: www.periodistadigital.com/religion

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