Cómo la religión puede desempeñar un papel en la integración de las personas y facilitar los encuentros y el diálogo.
Bajo el lema “Religión y respuestas a migrantes y refugiados en Europa: la Iglesia católica desde una perspectiva comparada”, tuvo lugar un simposio en Roma, entre el 12 y el 14 de octubre. El encuentro fue organizado por la Universidad de Notre Dame, junto con el Programa Familiar Ford para Estudios del Desarrollo Humano y la Solidaridad, y el Instituto Kellogg para Estudios Internacionales. La pregunta clave a la que se trató de dar respuesta fue cómo la religión puede desempeñar un papel en la integración de las personas y facilitar los encuentros y el diálogo.
El simposio también presentó un nuevo proyecto de investigación sobre religión e integración de los migrantes en Europa. El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) participó en el proceso del simposio, representado por Amaya Valcárcel, de la oficina Internacional del JRS, y Chiara Peri, del Centro Astalli del JRS.
Sobre la base de nuestras experiencias, se hizo un repaso a los mayores obstáculos culturales, religiosos, políticos, sociales y económicos para la integración de los migrantes en Europa, así como del papel que el JRS ha desempeñado al abordar estos desafíos, y cómo el JRS y la Iglesia, en general, podrían tener un impacto más positivo. También pusimos sobre la mesa algunas preguntas importantes que los académicos deberían tener en cuenta en sus investigaciones sobre religión y respuestas a los migrantes y refugiados, y cómo estas contestaciones pueden ayudar al JRS y a su labor con los migrantes. Esto era de suma importancia, ya que la Universidad de Notre Dame quería que este proyecto fuera útil al JRS y a otras organizaciones.
Entre los oradores del simposio, se encontraban trabajadores refugiados experimentados de la Sección de Migrantes y Refugiados del Vaticano, la Comunidad de San Egidio, la Fondazione Migrantes, los Scalabrinianos y Caritas.
Los Scalabrinianos, por ejemplo, explicaron cómo transformaron una antigua casa de formación para teólogos en Roma en un centro de refugiados, la Casa Scalabrini 634, donde acogen a unas 30 personas en un ambiente familiar. “El hecho de ser un pequeño número ayuda a desinstitucionalizar el ambiente”, explicó el hermano Gioacchino Campese C.S. El centro está ubicado en una zona de Roma donde viven muchos inmigrantes. “Una vez al mes, limpiamos el barrio, y la gente local invita a los refugiados a tomar café. Estos pequeños gestos ayudan a desmontar los estereotipos”.
La Comunidad de San Egidio explicó que los corredores humanitarios creados junto con la comunidad y otras organizaciones cristianas siguen salvando vidas, e incluso, si son pequeños en número, muestran que este mecanismo es una posibilidad para que los estados desarrollen marcos de integración. “Ahora estamos identificando alrededor de 500 refugiados sudaneses, somalíes y eritreos vulnerables en Etiopía que podrían venir a Italia a través de un nuevo corredor. Francia también está replicando este modelo, con un marco jurídico diferente, pero esto, para nosotros, es secundario”, explicó Monica Attias, de San Egidio. Attias también destacó el importante papel de los migrantes de segunda generación que “…nos ayudan, como mediadores culturales, a desarrollar nuestros servicios con los migrantes sin hogar”.
El Centro Astalli presentó su proyecto “Comunidades de hospitalidad” como un exitoso modelo de integración. En este proyecto, 27 congregaciones religiosas han abierto sus conventos y casas a refugiados en toda Italia. La iniciativa se enfrenta específicamente a la falta de redes sociales para los migrantes, que sigue siendo uno de los mayores obstáculos para su integración en Europa.
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Fuente: http://es.jrs.net