Monseñor Santiago Silva destacó la importancia de no perder «nunca de vista que, más allá de las legítimas diferencias, el centro de nuestro quehacer siempre debe ser el bien común de Chile y especialmente de los más desprotegidos».
En el contexto de un gobierno que comienza, el discernimiento de los obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, expresado en nuestra carta pastoral «Chile, un hogar para todos», se vuelve más vigente que nunca.
Más allá de los importantes ritos republicanos que son parte de nuestra democracia, la llegada al Ejecutivo de la coalición opositora al anterior Gobierno y la nueva correlación de fuerzas en el Parlamento son acontecimientos que no nos dejan indiferentes a quienes buscamos el mayor bien de Chile.
Nuestra identidad brota del encuentro con la persona de Jesucristo que da un nuevo sentido a la vida y también a la historia. Por eso todos quienes conformamos esta nación tenemos un lugar en la mesa común y siempre algo que aportar desde nuestro rol como ciudadanos. Esto es particularmente relevante para aquellas personas con cargos de representación popular, para los dirigentes políticos, gremiales, sociales, y para todos los servidores públicos. No perdamos nunca de vista que, más allá de las legítimas diferencias, el centro de nuestro quehacer siempre debe ser el bien común de Chile y especialmente de los más desprotegidos.
«Escuchar» y «escuchar-nos» parece ser la clave de la construcción de una nación más justa para todos. Escuchar con humildad y con disposición de ánimo lo que otras personas tienen que decir sobre la patria común. El Cardenal Ricardo Ezzati, en la Solemne Oración Ecuménica por Chile en la inauguración del Nuevo Gobierno, destacaba esta virtud, citando un pasaje del Libro de los Reyes en el que el gran rey Salomón le pide a Dios: «Enséñame a escuchar para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal» (1 Re 3,9). La invitación no es solo para quienes ejercen la autoridad. También a cada uno de nosotros.
Otros países se admiran por nuestra capacidad de mantener tradiciones republicanas y realizar una transición sin grandes traumas ni contratiempos. No faltan quienes buscan sobredimensionar episodios para destacar las animosidades. Pero la tendencia mayoritaria es a concurrir con la mejor voluntad a buscar grandes acuerdos, con generosidad y altura. Esperamos que este espíritu, movilizado por el amor a Chile, pueda continuar presente durante los años venideros, para «construir una sociedad más justa y más fraterna, más humana e inclusiva, donde nadie se sienta ajeno o excluido» («Chile, un hogar para todos», nº 2).
Soñamos nuestra patria como «un hogar», en el que pobres y afligidos tengan mejores condiciones de vida, en el que nuestros hermanos migrantes puedan reconocer nuestro Chile como su casa, en el que la infancia sea protegida y cuidada, que los mayores reciban el reconocimiento como fundadores de los bienes que hoy disfrutamos, que los jóvenes se reconozcan a sí mismos como proféticos constructores del futuro, sin olvidar la importancia de lo conseguido por sus padres y abuelos. No esperemos que este desafío lo asuman otros. Seamos parte de ese Chile grande que anhelamos. ¡Este Chile es también tarea nuestra!
+ Santiago Silva Retamales
Obispo Castrense de Chile
Presidente de la CECh
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Fuente: www.iglesia.cl