Una generación olvidada: Los niños sirios sueñan con la educación en el Líbano

Amin es uno de los muchos niños cuyas familias, por diversas razones, tuvieron que huir de su país de origen.

Amin* y su familia huyeron de Siria hace diez años, cuando estalló el conflicto. Era solo un bebé cuando llegaron a Jbeil, Líbano.

Cuando tenía siete años, Amin se unió por primera vez a las actividades del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), y hoy, con diez años, asiste al programa de apoyo al aprendizaje del JRS en el Centro Nicolas Kluiters (NKC, por sus siglas en inglés), por la mañana, y estudia en una escuela pública local, por la tarde.

El programa de apoyo al aprendizaje está diseñado para ofrecer asistencia lingüística y en los deberes a los niños inscritos en las escuelas públicas, así como otras actividades educativas para ayudar a los estudiantes a tener éxito.

Amin es uno de los muchos niños cuyas familias, por diversas razones, tuvieron que huir de su país de origen. Creciendo en un entorno desconocido, estos niños luchan ahora por un futuro mejor en sus países de acogida.

Amin tuvo que superar numerosos obstáculos, sobre todo porque pertenece a la generación de estudiantes a distancia. Durante el confinamiento —implementado por el Gobierno libanés, debido al brote de COVID-19— Amin trabajaba y aprendía a distancia al mismo tiempo.

Mientras trabajaba con adultos, fue objeto de numerosas formas de acoso, la más grave de las cuales fue el intento de persuadirle a que abandonara la escuela para ganar dinero rápido. La insistencia de su madre, así como el apoyo de la administración y de los trabajadores sociales, impidieron que esto sucediera.

A su corta edad, Amin ya ha trabajado en supermercados, cafeterías y costura. Estas experiencias le animaron a estudiar más y a completar su formación. “Sin aprender, no puedo lograr nada”, reconoce.

Le gusta la escuela porque tiene la oportunidad de establecer relaciones positivas, ganarse el respeto, sentirse seguro y recibir una educación de alta calidad.

Por desgracia, su vida en casa no es fácil. “Espero que mi hermana pueda oír y hablar, me gustaría poder comprar una bicicleta y deseo completar mi educación en la universidad”, sueña Amin.

Su hermana de cuatro años nació con dificultades auditivas. Es capaz de utilizar alrededor del 30% de sus capacidades auditivas gracias a la ayuda médica y a los equipos, pero solo puede expresarse mediante gritos y movimientos.

La salud de la hermana de Amin tiene un impacto significativo en él. Sigue deprimido porque intenta jugar con ella, pero no le responde y siente que no puede comunicarse con ella como desea. Al mismo tiempo, también le impacta la situación de su madre, que viaja de un hospital a otro tratando de conseguir los cuidados necesarios.

Amin desea ayudar de un modo u otro a proporcionar tratamiento a su hermana, por lo que esto está constantemente en su mente.

En el futuro, aspira a ser policía para poder “defender a la sociedad de los delincuentes y luchar contra la corrupción”. Quiere terminar su educación en el Líbano y luego trasladarse a otro país donde pueda encontrar más seguridad y estabilidad.

También espera que la situación en Siria mejore hasta el punto en el que se encontraba antes de la guerra, cuando era un lugar seguro y protegido; y entonces, solo tal vez, pueda regresar a su tierra natal con su familia.

* El nombre ha sido cambiado para proteger la privacidad.


Fuente: https://jrs.net/es / Imagen principal: Niños sirios participan en actividades educativas en Balbaak, Líbano (Kristóf Hölvényi/JRS).

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