Y en estas fiestas patrias chilenas…

Es hora de cambiar el enfoque y celebrar con orgullo lo maravilloso que es nuestro país.

En estas fiestas patrias chilenas es transcendental detenerse un poco para resaltar la importancia de enfocarnos en las cosas positivas de Chile durante este mes de septiembre. Considero que es esencial destacar y valorar los aspectos que hacen de nuestro país un lugar especial y digno de reconocimiento.

En primer lugar, quisiera mencionar el incanzable trabajo de la gente chilena, que anónimamente día a día se esfuerza para sacar adelante a sus familias y contribuir al desarrollo de nuestra sociedad: el chofer de la micro, el pescador, el vendedor en el retail, el taxista, el minero, el policía, el artista, el deportista, el profesor de colegio, etcétera. Y cuántas otras personas que hacen cosas maravillosas y no sabemos de ellas. Su dedicación y compromiso merecen ser reconocidos y aplaudidos porque, finalmente, están haciendo patria todos los días, quizás sin darse cuenta ni vanagloriarse. Sobre este punto, es interesante destacar que ni en la letra de nuestra canción nacional ni en las imágenes que se proyectan sobre Chile en el exterior se hace referencia a su gente. A veces resulta inexplicable que se destaque más el vino chileno, la cordillera, el desierto de Atacama… que a los habitantes que viven ahí. Los chilenos también son conocidos por su amabilidad y hospitalidad. Siempre están dispuestos a ayudar a los visitantes y hacerlos sentir bienvenidos. Porque, obviamente, Chile es mucho más que su paisaje, aunque no quiere decir que este último carezca de importancia.

En relación con lo anterior, la primacía de lo geográfico por sobre la población tiene una explicación en el proyecto de los “padres fundadores” en Chile. Según el historiador Jorge Pinto Rodríguez, en su libro La formación del Estado y la nación, y el pueblo mapuche: de la inclusión a la exclusión (2003), este proyecto encabezado por José Antonio Rojas, Anselmo Cruz, Manuel de Salas, Juan Egaña, entre otros, se llevó a cabo entre los años 1810 y 1860. Se basó en un diagnóstico que estos intelectuales realizaron a finales del siglo XVIII y principios del XIX, a raíz de sus viajes a Europa y la comparación con la realidad nacional.

La conclusión a la que llegaron es que Europa representaba el progreso, mientras que Chile y América Latina estaban atrasados. Esto dio inicio al nacionalismo y comenzaron a imaginar Chile. Atribuyeron ciertos factores a nuestro país: 1) creían que éramos una fuente de riquezas (conciencia de poseer un territorio); y que 2) teníamos una población que no estaba acorde con la fertilidad del territorio. Es interesante destacar que el diagnóstico de los padres fundadores planteaba que Chile tenía escasa población y escasas virtudes. De hecho, Juan Egaña, en 1803, comparaba a Chile con un dragón: “Es grande, pero no tiene brazos”. Por lo tanto, según este diagnóstico, había que aprovechar los recursos naturales con la convicción de que estos nos harían crecer por sí solos, y se renunciaba al sueño latinoamericano al considerarnos excepcionales.

Es interesante destacar que el diagnóstico de los padres fundadores planteaba que Chile tenía escasa población y escasas virtudes. De hecho, Juan Egaña, en 1803, comparaba a Chile con un dragón: “Es grande, pero no tiene brazos”.

Los padres fundadores enfatizaron las riquezas naturales de Chile, pero no a su población. Para lograr el desarrollo, consideraron vital enfocarse en Europa, pero no teníamos suficiente población para alcanzarlo. En consecuencia, se establecieron mecanismos de control estricto, ya que se la consideraba indisciplinada, lo cual justificaba la aplicación del autoritarismo. Es por esto que la generación del 42, liderada por Francisco Bilbao, se preguntaba qué nos había dejado la independencia de Chile. Por supuesto, nos había dado la libertad, pero el proyecto se volvió autoritario y nos devolvió al antiguo sistema colonial.

El desafío de la élite nacional fue articular la economía chilena con las economías europeas, sintiéndose llamada a desarrollar el proyecto político con desconfianza hacia el “bajo pueblo”. Esta construcción nacional por parte de la élite, sin tener en cuenta al resto de la población, es un rasgo que caracteriza a nuestro país hasta el día de hoy y que fue profundizado por el golpe militar de 1973 y la subsiguiente dictadura civil-militar.

Sin perjuicio de lo anterior, entre las virtudes de nuestro país, no podemos dejar de mencionar la riqueza de nuestra gastronomía. Chile cuenta con una variedad culinaria única, que se refleja en platos deliciosos y tradicionales como el pastel de choclo, el curanto, el charquicán, las empanadas, los pescados y mariscos, el completo y muchos otros. Estos sabores representan nuestra identidad y forman parte esencial de nuestras celebraciones patrias.

Asimismo, es necesario resaltar la belleza de nuestras ciudades. Valparaíso, La Serena, Concepción, Valdivia, Antofagasta y Santiago son solo algunas de las muchas ciudades que nos ofrecen paisajes impresionantes, arquitectura histórica y una vida cultural vibrante. A pesar del lamentable estado en el que se encuentran nuestros centros históricos debido a la falta de voluntad política y poca conciencia ciudadana, como señala el filósofo Hugo Herrera (2019), estos lugares son tesoros que debemos cuidar y promover como parte de nuestro patrimonio nacional. Lo más triste es que al parecer a nadie le importa que nuestras calles y patrimonios estén con grafitis, sucios y sin seguridad, desde los alcaldes hasta el ciudadano común.

Otro aspecto que merece reconocimiento son nuestros científicos y universidades. A menudo pasan desapercibidos, pero su labor es invaluable para el desarrollo y progreso del país. Destacan hoy personas como Paula Jofré, reconocida como una de las 100 personas más influyentes según la revista Time. Esta astrónoma y astrofísica se dedica a estudiar el universo, enfocándose especialmente en el análisis de los espectros estelares para comprender los procesos físicos que dan forma a la Vía Láctea. También está Isabel Behncke, Primatóloga y PhD en Antropología Evolucionaria por la Universidad de Oxford, quien estudia el comportamiento social, especialmente el juego, de los bonobos. Ella es miembro del Grupo de Investigación en Neurociencia Social y Evolutiva de la Universidad de Oxford y del Centro de Investigación en Complejidad Social de la Universidad del Desarrollo. Por tanto, Chile cuenta con mentes brillantes que están realizando investigaciones importantes en diversas áreas, y nuestras universidades son semilleros de conocimiento y talento. Además, poseemos dos grandes premios Nobel como Gabriela Mistral y Pablo Neruda, y destacados intelectuales y escritores a nivel mundial como Isabel Allende, Humberto Maturana, Francisco Varela, Nicanor Parra, Pedro Lemebel, Roberto Matta y muchos otros. En el ámbito de la música, también destacan Violeta Parra, Víctor Jara, Inti Illimani y Quilapayún…

No obstante, es lamentable que algunos chilenos se enfoquen únicamente en destacar las cosas negativas de nuestro país. Es importante recordar que ninguna nación es perfecta (ni siquiera las desarrolladas), pero debemos aprender a valorar y enaltecer lo que nos hace únicos y orgullosos de ser chilenos (que a veces cuesta tanto). Al respecto, Los Prisioneros, en una de sus exitosas canciones, “¿Por qué no se van?”, decían de manera explícita: Si sueñas con Nueva York y con Europa./ Te quejas de nuestra gente y de su ropa (…)/ Si viajas todos los años a Italia./ Si la cultura es tan rica en Alemania./ ¿Por qué el próximo año no te quedas allá?. Baste recordar a los miles de migrantes venidos de países vecinos que han elegido a nuestro país para echar raíces y que también se sienten parte de esta patria.

En conclusión, es primordial resaltar las cosas buenas de Chile durante el mes de las fiestas patrias. Debemos reconocer el arduo trabajo de nuestra gente, la diversidad gastronómica, la belleza de nuestras ciudades, el talento científico y el potencial académico de nuestras universidades y académicos. Es hora de cambiar el enfoque y celebrar con orgullo lo maravilloso que es nuestro país.

BIBLIOGRAFÍA

— Herrera, H. (2019). Octubre en Chile. Acontecimiento y comprensión política: hacia un republicanismo popular. Santiago: Kankatura.
— Pinto Rodríguez, J. (2003). La formación del estado y la nación, y el pueblo mapuche: de la inclusión a la exclusión. Santiago: DIBAM.


Imagen: Pexels.

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