Camerún: Las increíbles mujeres de Ketté

Una reunión con miembros de la etnia fulani, de la República Centroafricana, para hablar de violencia de género y de la educación de las niñas: fue la primera de este tipo que se hacía con esta tradicional comunidad musulmana.

En abril, tuve la maravillosa oportunidad de visitar los campamentos de refugiados en los que trabaja el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en la región de Ketté, en el este de Camerún. Fue un viaje entre hermosas selvas verdes, cruzando puentes quebradizos, y conduciendo sobre innumerables y profundos socavones.

En mi segundo día, viajé hacia el norte, hasta el campamento de Ketté-Bethanie, donde hay entre 800 y 1.000 refugiados. El objetivo del día fue celebrar una reunión con miembros de la etnia fulani, de la República Centroafricana (RCA), para hablar de violencia de género y de la educación de las niñas: fue la primera de este tipo que se hacía con esta tradicional comunidad musulmana. Incluso comenzar la reunión fue un desafío. Esta tuvo lugar bajo una gran lona levantada a modo de tienda de campaña en medio del campamento. Los hombres se sentaron sobre una retahíla de alfombrillas dentro de la tienda, mientras que las mujeres se dispusieron detrás de la carpa, como es costumbre en la comunidad.

Como la charla se centró en la violencia de género, los organizadores invitaron a las mujeres a entrar para que pudieran participar mejor en la conversación. Tras este simple pero sorprendente cambio de protocolo, la reunión comenzó en el idioma de esta comunidad refugiada, el fula.

Al cabo de un rato, se pidió a las mujeres que expresaran sus opiniones y preocupaciones. Con mucha valentía, estas revelaron una gran fortaleza, no solo al decidirse a hablar en una reunión pública, sino también por lo que expresaron.

Siendo una reunión sobre violencia de género, estas mujeres no hablaron sobre su propia seguridad o en su propio beneficio. No hablaron de lo que les preocupaba personalmente. Al contrario, estas desinteresadas madres hablaron por sus hijas e hijos. Su amor, esta hermosa fuerza, se mostró en todo su esplendor cuando compartieron sus preocupaciones por la desnutrición de sus hijos, la educación y la falta de apoyo a estas necesidades.

Se mostraron como la personificación de la maternidad.

Poco me imaginaba que este sería el primero de muchos encuentros con las fuertes mujeres de la región de Ketté. Al día siguiente, viajé otra vez por caminos llenos de baches hacia la ciudad fronteriza de Gbiti para participar en una sesión de capacitación con las educadoras locales de la escuela de primaria, unas camerunesas y otras refugiadas. Durante este encuentro, me conmovió el entusiasmo y la pasión de las docentes.

Mostraron unas aptitudes que nacían directamente de la pasión por la educación y expresaron sus pensamientos y preguntas de una manera que hizo evidente su deseo de ser mejores maestras por el bien de los niños y las niñas de sus comunidades.

Fue un honor sentarme entre tanta inspiración. Al visitar los Centros Preescolares Comunitarios (CPC) en el área, lo que estaba claro era el cuidado y la preocupación por la educación de las mujeres de la zona.

Lo que podrían haber sido frías aulas de madera y lona, en cambio, eran espacios llamativamente decorados, para crear ambientes de aprendizaje en los que niñas y niños se sintieran cómodos y seguros.

Tener la oportunidad de conocer a estas increíbles mujeres y su trabajo será un regalo que nunca olvidaré.

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Fuente: http://es.jrs.net

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