Gastón Soublette: La disidencia espiritual

“No condeno en bloque a la sociedad industrial, pero con ella entramos en una matriz cuya desmesura incontrolable creo un malestar crónico”, señala el filósofo, musicólogo y experto en estética Gastón Soublette. Esta entrevista también se encuentra disponible en video al final del texto.

A sus 96 años Gastón Soublette sabe hablar de lo humano y lo divino. Opina que hoy en Chile estamos viviendo la expresión de la mega crisis de la era industrial, con su democracia representativa, su pensamiento tecnológico y científico, sus desigualdades y sus formas de vidas. “Creo que la especie humana a nivel de inconsciente colectivo, se está rebelando contra esto, que yo llamo nichos de vida artificial. ¿Cómo salimos de esta crisis? A través de la disidencia espiritual. ¿Cómo será Chile en el futuro? Prefiero otra pregunta: ¿Cómo van a ser los hombres? Yo no soy pesimista respecto del hombre, soy pesimista respecto de la organización económica y tecnológica del país. Esa es la matriz que debemos cambiar”, señala.

LA DESMESURA DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL

“Yo creo que la especie humana, en forma muy inconsciente, a nivel de inconsciente colectivo, se está rebelando contra esto que yo llamo nichos de vida artificial, porque se ha dado cuenta que en el fondo no es vida, no se vive; y el malestar es crónico. Lo normal ahora es el malestar. Se dirá que todos los adelantos tecnológicos de esta sociedad industrial ocurrieron en la búsqueda del bienestar. Pero lo que se logró es lo contrario. Yo no condeno en bloque a la sociedad industrial porque algún bien aportó, pero a partir de cierto momento entró en un proceso de desmesura que es incontrolable, esa desmesura es lo que transformó el bienestar en malestar. Que creó las grandes desigualdades, que creó las grandes fortunas y centros de poder. Eso es lo que está en crisis en este momento”, explica.

¿Cómo cree que podemos superar esta crisis?

Ahí está la diferencia con la disidencia espiritual, que no está dentro de la matriz de la civilización industrial. ¿Qué ocurre? Que vamos a la constituyente, pero con los mismos valores de la civilización industrial en la esperanza de corregir sus errores, como diciendo este barco tiene varias entradas de agua, vamos a parchar el casco para seguir arriba. No. Hay que bajarse de este barco para entrar en otro barco. ¿Cómo se hace? No se puede hacer desde el poder, sino desde la base. Le toca al pueblo ahora, dándole al pueblo un sentido muy amplio. La humanidad está creando esas formas en que personas viven independientes del poder, independientes de la tecnología y son autárquicas, esa es mi esperanza.

¿Cómo ve el futuro de Chile?

¿Cómo van a ser los hombres? Esa es la verdadera pregunta. La pregunta sobre Chile, Chile es el país, pero el país no es la gente. Cuando se habla del país y se dice “creció la economía del país”, en el fondo lo que se está diciendo es que creció para los empresarios. Pero no para la gente. Cuando se habla del país, no necesariamente se incluye a la Nación ahí; la gente es la Nación. Entonces a mí me interesa más la pregunta ¿cómo van a ser los chilenos a futuro? Porque el país no tiene remedio, este concepto es válido para cualquier país: Chile, Argentina o Japón. El que tiene salvación es el hombre. Dios sabe cómo lo va a hacer, él va a defender a su gente, de eso estoy seguro. ¿Cómo va a ocurrir? No sé. Y los porfiados hechos me dan la razón. Muchas veces me decían: “Usted es pesimista”. Yo decía: «no, no soy pesimista respecto del hombre, soy pesimista respecto de la organización económica y tecnológica del país», creo que eso no tiene destino.

LA MISIÓN DE LA IGLESIA

¿Cuál es su visión de la Iglesia y de la misión que realiza?

No hemos estado a la altura de lo que Cristo vino a fundar aquí. Es el tiempo de enmendar el camino. Creo que la helenización del pensamiento eclesiástico fue muy interesante culturalmente, pero fue una mutación que no era necesaria; darle una estructura filosófica para explicar los dogmas, para explicar el Evangelio mismo… Para mí eso resulta hoy inaceptable. La Iglesia decayó y se constituyó como una institución jerárquica, política, dogmática, helenizada en su pensamiento, que hizo imposible el cumplimiento de la misión. Ahora, ¿dónde se vio el cristianismo más puro? Yo diría que en el tercer estamento de la sociedad, en los campos, en los pueblos, en la base popular. El mundo de la universidad de París, de la gran teología, no contribuye al conocimiento de Cristo mismo… ¿Quiénes son los santos según el evangelio? Ahí se lee claramente: los que han hecho una opción por Jesucristo y han transformado totalmente su vida y son santos, aunque no hagan milagros. ¿Y la Iglesia después a quién transformó en santos? A lo grandes místicos.

Eso ha contribuido también a un rechazo. El estilo católico. El olor a un estilo católico que a mis alumnos les produce repugnancia. Mis alumnos venían de hogares católicos, pero no habían sido evangelizados de verdad, sus padres eran tan ignorantes como ellos sobre el Evangelio. Pienso que la evangelización se ha hecho muy mal.

Eso impidió que se cumpliera la misión. Yo me acuerdo que cuando Juan XXIII llamó a Concilio Vaticano II y se conoció la agenda del Concilio, algo que menciona Ratzinger, un gran teólogo dijo: «¡al fin vuelve el Evangelio al mundo después de dos mil años!».Como diciendo, estuvo guardado en la bodega dos mil años.

Después de la muerte de personas tan queridas como su mujer y su hermana, ¿cambió algo de su visión sobre la vida y la muerte y el amor?

Sí, cambió. Yo diría… Yo pensaba lo mismo antes, pero aquí se agudizó. Vi más cerca estas verdades, las vi más cerca, me vi a mí mismo con una perspectiva nueva. Surgió con mucha fuerza esto de que Cristo, a diferencia de otros maestros espirituales, pagó por mí. Ahora tengo que subirme a ese carro. Porque ahí está el hombre que me ha salvado. Porque él dijo vengo a curar a los enfermos. No a los sanos. Se me agudizó muy fuerte, uno ve sus imperfecciones y se da cuenta que ha habido momentos muy malos en la vida de uno, malos por mi culpa… Y siempre la esperanza. Somos imperfectos, nos vamos a morir imperfectos, pero hay alguien que nos salvó, alguien pagó por mí, es una idea muy difícil de meter en la cabeza de un hombre moderno. MSJ

MIRA LA ENTREVISTA EN VIDEO AQUÍ


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Gastón Soublette es filósofo, musicólogo y experto en estética. Académico de la Universidad Católica.

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